Obra juvenil de Adam Mickiewicz (1798-1855), compuesta en 1823, es decir, al mismo tiempo que Los Antepasados (v.). Es un relato poético inspirado en la historia de las luchas entre los lituanos y los Caballeros de la Orden Teutónica.
Grażyna, mujer de Litawor, ambicioso príncipe de Nowogródek, descubriendo los propósitos de su marido, que había llegado a pactar con los enemigos de Lituania, los Caballeros Teutónicos, rechaza, a espaldas de su marido, a los mensajeros de éstos que venían para concluir definitivamente el acuerdo. Y cuando los Caballeros, sedientos de venganza, atacan a los lituanos, la misma Grażyna se pone la armadura de su marido, asume el mando del ejército y cae muerta batiéndose valerosamente. Sin embargo, sus tropas obtienen la victoria. Su heroico sacrificio turba profundamente el corazón de Litawor, quien, avergonzándose de su traición, renuncia a seguir viviendo y se mata echándose a las llamas de la hoguera que había sido encendida para incinerar, según las costumbres del tiempo, el cuerpo de Grażyna. El poema, muy popular en Polonia por la fascinación de su sentimiento patriótico en tiempos de esclavitud nacional y del auge del Romanticismo, no carece de defectos; es fácil advertir cierto apresurado descuido en la forma, y, aquí y allá, alguna que otra imperfección en la narración de ciertos episodios.
Sin embargo, la majestuosa elevación del tono épico, la profunda penetración psicológica, la humanidad de los héroes y la lograda evocación del ambiente histórico justifican totalmente la favorable acogida del público. «Estilo enérgico como un alma de acero», lo definió un eminente crítico polaco, Mochnacki, «tosco como el bautismo de la misma arma, cuando las manos la agitan violentamente, agudo como el rostro cíe los caballeros que se perfilan en las imágenes antiguas y, al mismo tiempo, rústico y pintoresco como los corazones de los héroes de la Lituania aún pagana y de los monjes revestidos de armadura que los bautizaban y degollaban». El poema, romántico, empapado de elementos clásicos, es una clara documentación del profundo clasicismo oculto en el característico romanticismo mickiewicziano. Sufre algunas interesantes influencias de La Jerusalén libertada (v.), que Mickiewicz conocía perfectamente a través de la magnífica recomposición polaca de Piotr Kochanowski: especialmente la figura de Grażyna tiene puntos de contacto con la Clorinda (v.) de Tasso.
E. Damiani