Obra del gramático venezolano Andrés Bello (1781- 1865), publicada en Santiago de Chile, en 1847. Bello nació en Caracas, completó su formación en Londres (1810-1829) y realizó lo fundamental de su obra en Chile (1829- 1865). Dos filólogos modernos, Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña, han dicho de él que es «el más genial de los gramáticos de lengua española y uno de los más perspicaces y certeros del mundo».
Su obra, con las notas explicativas, y a veces críticas, del filólogo colombiano Rufino José Cuervo, constituye un libro imprescindible hoy para todo estudioso de Gramática castellana. La Gramática de Bello presenta, en primer lugar, una reacción frente a la «grammaire générale ou raisonnée», la gramática ideológica y logicista. Pero no una reacción practicista (como la de su contemporáneo Vicente Salvá), sino fundada en una doctrina amplia y sistemática. Por eso la proposición no es para él «la enunciación de un juicio», sino de un pensamiento completo; la proposición no se estructura en sujeto, cópula y atributo (todavía en el siglo XIX «Sócrates piensa» lo reducían a «Sócrates es pensante»), sino en sujeto y atributo (su atributo es lo que hoy se acostumbra a llamar predicado, es decir, todo lo que se afirma del sujeto). Las categorías gramaticales no corresponden al mundo lógico objetivo, sino al mundo de las palabras: el género, por ejemplo, no se explica por el sexo, sino por la concordancia con el adjetivo. Su segundo gran principio es la deslatinización de la gramática castellana. Es decir, no hay declinación de los nombres, ni voz pasiva (sólo «construcciones pasivas»).
Introduce una terminología nueva para los tiempos verbales (por ejemplo, copretérito en lugar de pretérito imperfecto). Con el mismo criterio sostuvo — desde 1823 — la necesidad de la reforma ortográfica: atenerse, no a los orígenes, sino a la pronunciación culta. Su sistema gramatical es funcional. Parte del análisis sintáctico de la oración, y deduce siete partes: sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio, preposición, conjunción, interjección. El artículo es un adjetivo desgastado. El pronombre funciona como sustantivo o como adjetivo, y no está «en lugar del nombre», sino que expresa la persona gramatical. El infinitivo, el gerundio y el participio son «derivados verbales», con algunas características del verbo, pero el infinitivo funciona como sustantivo, el participio como adjetivo y el gerundio como adverbio. Además, enseñar a hablar y escribir correctamente fue una parte de su ideal civilizador. «Juzgo importante — decía — la conservación de la lengua de nuestros padres en su posible pureza, como un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes». Menéndez Pelayo llegó a decir de él: «Fue el salvador de la integridad del castellano en América».
A. Rosenblat