[Joie dans le ciel]. Novela del escritor suizo Charles-Ferdinand Ramuz (1878-1947), publicada en 1925. En esta narración, que es como una visión, el autor imagina la resurrección de la carne en una aldea de los Alpes, y la pinta a través de varios cuadros enlazados entre sí y que recuerdan, por la frescura ingenua de su representación y la fidelidad al detalle realista, el delicioso arte de un primitivo flamenco. Resucitan, pues, los sencillos moradores de la aldea. Cada uno de ellos tiene su sencilla historia de dolor que contar, transformada en un canto de alegría porque ahora es la paz, la serenidad, el júbilo, el afecto, y no hay pasado, ni porvenir, sino una gran inmovilidad de tiempo que es el presente feliz, eternamente igual a sí mismo. Pero esta felicidad sin contraste amenaza romperse por su misma uniformidad. Mas el pequeño episodio de una cabrita perdida en una hendidura tenebrosa de la gran montaña, es causa de que Bonvin, el cazador, se meta hasta el fondo de la garganta obscura, y despierte a los de abajo: los de la pena, en lo hondo, los condenados. Y éstos sobrevienen: se obscurece el cielo, la montaña se inflama, hasta volverse transparente como el cristal cuando se funde, y permite vislumbrar la horrorosa visión de la pena eterna a los de arriba: los eternos felices. Pero hay un orden — el de la ley moral —, en respeto del cual los condenados, tendiendo ávidamente hacia la vida de los otros, de los beatos, son rechazados hacia abajo por la fuerza misma de sus pasiones que los laceran. Los dos mundos no se pueden fundir, y sin embargo han establecido un contacto: «Hubo al final — para los de arriba — todo el cielo, cuando hubo nuevamente toda la tierra; hubo toda la alegría cuando el sufrimiento llegó otra vez a tomar su sitio cerca de ella». Sólo la conciencia del dolor, por lo tanto, da un sentido a nuestra felicidad.
V. Lupo