Obra político-jurídico-literaria en dos tomos, publicada en 1656-57, en Lisboa, debida a la sabia pluma del agustino ecuatoriano Gaspar de Villarroel y Ordóñez de Cárdenas (1587-1665), predicador que fue de la Corte de S. M. el Rey Felipe V de España, Obispo sucesivamente de Santiago de Chile y Arequipa y Arzobispo de Charcas. Trata la obra de enseñar el camino de la armonía a las autoridades reales y eclesiásticas de las colonias españolas en América, y para ello utiliza argumentos teológicos y jurídicos, con mucha cita de autoridades en latín. Esta parte de la obra tiene ahora solamente interés técnico: la que de ella vive es la colección de anécdotas con que ilustra las argumentaciones jurídicas. En estas anécdotas se pinta maravillosamente la vida de la América colonial, en estilo suelto y gracioso, pleno de agudezas. Entre las obras literarias de tan lejana época que aún sobreviven, siendo leídas actualmente con sumo deleite y fluida facilidad, se encuentra ésta del fraile quiteño.
Pero no fue la única que escribió: su bibliografía es larga y en ella se debe citar especialmente una colección de sermones, muy en boga en su tiempo, producto de su pericia como predicador que, no obstante ser Villarroel americano, lo llevó a tanta altura como la de Predicador de Cámara de Su Majestad. Hombre de fina inteligencia y natural simpatía, fue ejemplo de obispos en la Colonia y basó su conducta de gobernante en un consejo que le dió el Conde de Chinchón, Virrey del Perú: «No lo vea todo, no lo oiga todo, no lo castigue todo». Murió Villarroel en Charcas, en olor de santidad. Hay edición de la parte literaria de su obra maestra, hecha por la Casa de la Cultura Ecuatoriana (Quito, 1943), con prólogo de Gonzalo Zaldumbide.
A. Carrión