Girard de Rossilhó, Anónimo

Cantar de gesta del siglo XII en series de decasílabos asonantados, escrito en un dialecto intermedio entre el francés y el provenzal.

Narra las largas luchas entre Carlos Martel y su vasallo Girard (v.), que posee un inmenso feudo en el sur de Francia. El odio que reina entre ellos es provocado por la cir­cunstancia de que Carlos Martel ha querido casarse con la hija menor del empe­rador de Constantinopla, la bellísima Elissent, antes prometida a Girard, mientras éste hubo de quedarse con la mayor, Berta, que, en cambio, había sido destinada a Carlos. Puestos de acuerdo y pacificados, con grandes cesiones hechas al vasallo del rey, que pronto se arrepiente de haber acrecido su poder, Carlos, envidioso de Gi­rard, le provoca y le asedia en su castillo. Introducido en el castillo por un traidor, obliga a Girard a la fuga y éste, reuniendo a los vasallos de sus innumerables feudos, vence al rey y reconquista el castillo. La guerra continúa todavía con terribles ba­tallas, hasta que se llega a un pacto: Girard propone la paz con tal que Carlos aleje del reino al viejo consejero Teodorico de Ascagne, enemigo acérrimo de su familia, porque un tiempo el padre y el tío de Gi­rard lo habían vencido, despojado de todo y condenado al destierro. Pero poco después la guerra es reanudada. Derrotado muchas veces, Girard no tiene ya ningún fiel que lo siga, y casi loco, se entrega a terribles matanzas y sacrilegios. En fin, con su mu­jer, Berta, se refugia en el bosque de las Ardenas y pasa de yermo en yermo, hasta que un santo monje le hace volver al buen camino y le impone penitencia.

Durante largos años, Berta y Girard viven ignorados, él como un mozo de carbonero, ella como costurera. Pero un día Girard recuerda su antigua vida y por mediación de Elissent, que ha permanecido siempre fiel a su amor, a pesar de ser esposa de Carlos, obtiene la ayuda y el perdón del emperador. Pero el odio del rey no tarda en dejarse sentir otra vez, y estalla una nueva guerra, que se termina por la intervención del papa. Gi­rard y Berta, al fin convertidos por la Pro­videncia divina, dejan sus riquezas y sus feudos y se dedican a obras piadosas y fundan monasterios. Girard es personaje histórico, regente del reino de Provenza en tiempos de Carlos el Calvo, en el siglo XI; la leyenda ha trabajado en torno a su figu­ra y sus luchas más o menos manifiestas con el rey y lo ha confundido a menudo con Carlos Martel.

Una narración hagiográfica en latín, Vita nobilissimi comitis Girardi de Rossillon (finales del siglo XI comienzos del XII), muestra derivarse de una redacción más antigua del cantar que ha llegado hasta nosotros. Poema religioso y heroico al mismo tiempo, y que nos ofre­ce un cuadro vivo y real del feudalismo en su estadio más antiguo, ocupa un lugar ais­lado en la epopeya francesa, no formando parte de ningún ciclo, pero gozó de gran popularidad, como lo demuestran las nu­merosas alusiones de los trovadores provenzales, de los poetas franceses, y la Entrada en España (v.). Existen algunas refundiciones en verso y en prosa de los siglos XIV y XV.

C. Cremonesi