Gijsbreght Van Aemstel, Joost van de Vondel

Tragedia de Joost van de Vondel (1587-1679), com­puesta en 1637. Su tema es la ruina de Amsterdam en 1304 por obra de los habi­tantes de Kennemerland y de Waterland. Es la vigilia de Navidad; Gijsbreght se en­tera de que los enemigos han levantado el sitio de la ciudad, y para confirmar la no­ticia llega un prisionero, Vosmer, que cuen­ta cómo ha surgido la discordia entre los jefes enemigos, y que él ha conseguido con mucho trabajo escapar a la muerte; ahora no le queda otro remedio sino ponerse en manos de Gijsbreght. Éste le devuelve la libertad y ordena que se traiga a la ciu­dad la nave que los enemigos habían de­jado fuera de las murallas. Pero, como en el caballo de Troya, en la nave están es­condidos muchos soldados, los cuales, a me­dianoche, cuando toda la población esté en la iglesia para celebrar la Nochebuena, ha­brán de salir y apoderarse de una puerta de la ciudad.

En medio de la alegría gene­ral, sólo Badeloch, esposa de Gijsbreght, tiene un triste presentimiento; en efecto, precisamente mientras Gijsbreght intenta tranquilizarla, llega la noticia de que el enemigo ha entrado en la ciudad. Mientras ésta arde, Gijsbreght va corriendo al con­vento de Santa Clara para poner a salvo al obispo y a la abadesa, que se niegan a huir. También Arend Von Demstel, herma­no de Gijsbreght, muere después de haber probado inútilmente convencer a Badeloch para que huya con sus hijos. Ya los tene­mos refugiados en el castillo, donde Gijs­breght está decidido a defenderse a toda costa, hasta que se aparece el ángel Rafael a manifestar la voluntad de Dios: la ciudad será sometida para resurgir después más gloriosa y potente, y Gijsbreght deberá abandonarla. Éste obedece y, depuestas las armas, parte para el destierro.

De todos los dramas de Vondel, el Gijsbreght van Aemstel, en el cual es evidente la inspiración virgiliana del segundo libro de la Eneida (v.), ha seguido siendo popular más que por sus méritos artísticos, por motivos de orgullo ciudadano. Desde mediados del siglo pasado es tradición, en Amsterdam, repre­sentar esta tragedia el primer día de ca­da año.

H. Henny