Novela de Gabrielle Colette (1873-1954), publicada en 1944. Gilberte, hija de Andrée, que es en el momento de empezar la acción la segunda cantante de un teatro subvencionado, y nieta de Mme. Álvarez, acaba de cumplir los quince años. Gilberte es encantadora, algo crecida, un poco delgada, y un poco «heronniére», como lo son a veces las jovencitas. Es bromista, diablillo y pura como una niña. La tía Alicia, que ejerce una gran influencia en la familia, y Mme. Álvarez cuidan, en ausencia de la madre, de la educación de Gigi. Expertas y astutas, le enseñan el valor estético de un vestido, lo encantador de un peinado y la elegante simplicidad de una joya… En efecto, ¿acaso no destinan a Gigi a embellecer algún día próximo la vida de un hombre bien nacido, con tal que sea rico, naturalmente?
M. Gastón Lachaille, rico industrial azucarero, Tonton Gastón para Gigi, se complace en visitarlas y charlar con Mme. Álvarez. Él ha visto crecer a Gigi, a quien lleva con frecuencia golosinas, regalos, y mil pequeñas naderías que la llenan de alegría. Durante largo tiempo ha ido naciendo un sentimiento de intimidad entre Gastón Tonton y la muchacha. Como muchos hombres ricos, Monsieur Gastón Lachaille tiene líos y rupturas escandalosos, pero por lo demás no puede decirse que sea un mal tipo. Conoce a las grandes cortesanas, a Emilienne d’Alencon, a la Bella Otero, a Liane de Pougy… en una palabra, su nombre es citado en voz baja por todas partes en las que es chic el ser citado.
La tía Alicia, el cerebro de la familia, querría que su sobrina llegase a ser, un día u otro, como esas vedettes cuyos prestigiosos nombres figuran a menudo en las columnas del «Gil Blas» e incluso en las del «Paris en amour». Sin embargo, ni los sabios consejos dados por Mme. Álvarez, ni las lecciones de depurada táctica de tía Alicia tienen éxito. Gigi no cede a Monsieur Lachaille. Ella tiene algo que decir sobre el trato que ha sido cerrado entre sus parientes y Monsieur Lachaille. Ciertamente, es joven, y por añadidura inhábil, pero es mujer y no quiere entregarse a ninguna aventura si no es su corazón el que se toma y el que ella misma da por entero. Tonton queda asombrado ante tal modo de expresarse. No reconoce a Gigi, se maravilla, se enoja. Pero después de algunos portazos, regresa. Está enamorado de la joven y conquistado por su pureza. Pide la mano de Gigi que, roja de felicidad, apoya su rostro en el hombro de aquel que le ofrece compartir su vida.
Colette no es sólo una gran escritora, por la sobriedad mantenida en el texto y por la riqueza en el análisis; lo es más aún porque nos hace comprender la relación que existe entre los seres y la vida. La vida orgánica se enfrenta siempre en combates singulares con la vida psíquica. Allí donde nosotros encontramos escalas de comparación, allí donde encontramos ciertas direcciones hacia las «comprensiones» posibles, Colette nos muestra la unidad esencial del ser con su personalidad profunda, con sus tendencias y sus sentimientos, con su mecanismo de apreciaciones, sus ambiciones secretas, en fin, con su voluntad. Pintora del alma, sabe mostrar el delicado impulso que anima a la muchacha adolescente en sus primeras experiencias.