Giges y su Anillo, Friedrich Hebbel

[Gyges und sein Ring]. Tragedia en cinco actos en verso de Friedrich Hebbel (1813-1863), compuesta en 1854. Se funda en la anécdota narrada por Herodoto según la cual, el griego Giges, en posesión de un anillo maravilloso que hace invisible a quien lo lleva, es introducido secretamente por Candaules, rey de Lidia, en la alcoba de su esposa, Ródope, para que admire su belleza. Ródope, para vengarse del ultraje, induce a Giges a matar a su esposo y casarse con ella, y después se suicida. Hebbel consigue obtener de este episodio un moderno drama psicológico.

El rey Candaules es presentado como un hombre que desafía los prejuicios y los antiguos usos de su pueblo, ardiente admirador de la civilización griega, que él reconoce ser superior a la suya. Movido por el deseo de dar a conocer a los demás su buena suerte, experimenta la singular necesidad de mostrar a alguien toda la belleza de su esposa e induce a Giges, su amigo y protegido – el cual ha recibido como regalo el prodigioso anillo – a entrar de noche, secretamente, en la habitación de Ródope. Giges, joven griego, bello, noble y sencillo, se niega primero a seguir la incitación de Candaules, pero cede por fin, y, al ver a la reina, se enamora de ella. Ródope es la figura más problemática de las tres. Llena de reserva y de pudor, vive según las costumbres de su patria – la India – , casi solitaria y en la más absoluta obediencia a los mandatos de su religión. Cuando se entera de la acción de Giges, primero exige a Candaules que mate al griego, amenazando con suicidarse si no se obedecen sus deseos, pero cuando comprende que el verdadero culpable es Candaules, juzga que el rey ha cedido su derecho matrimonial a Giges y que éste ha de matarlo y convertirse en su esposo. En el desafío que sigue, Candaules es, en efecto, muerto por Giges, y de este modo expía su culpa. La figura de Ródope resulta particularmente trágica al final del drama: imponiendo silencio a todos sus sentimientos se sacrifica únicamente por el culto del honor y del pudor, y después de haberse desposado con Giges ante el altar de Hesta, se mata.

A toda la tragedia, que está construída con un clásico sentido de mesura y se mantiene siempre en un estilo soberanamente sereno e inalterable, el anillo prodigioso, brillando de vez en cuando, presta al drama un carácter fabuloso y mágico.

M. Doná