[Giacomo l’idealista]. Novela de Emilio De Marchi (1851-1901), publicada en 1897. El protagonista es Giacomo Lanzavecchia, un joven y modesto profesor que vive en su casa paterna cerca de Cernusco, ayudándose con los escasos ingresos que le proporciona la enseñanza en una escuelita, y absorto en la composición de un ensayo sobre «El idealismo del porvenir», dirigido contra las limitaciones de la escuela positivista. Pero la hacienda paterna, una fábrica de productos lácteos, quiebra por las ingenuas especulaciones comerciales de su padre, hombre de vieja cepa, que muere de dolor. Aquí comienza el drama de Giacomo el Idealista, que termina con la derrota del hombre inhábil para la lucha por la vida y con la renuncia a su filosofía.
Ayuda a Giacomo la familia de los condes Magnenzio con el delicado pretexto de un trabajo erudito que le encarga el conde, don Lorenzo, benemérito coleccionista de inscripciones antiguas, el cual le anticipa el sueldo de un año. Pero en casa de los condes vive también Celestina, la prometida de Giacomo, a la que una noche sorprende y deshonra Jacinto, hijo de don Lorenzo. De este modo, en tanto que Giacomo piensa finalmente hacer realidad su sueño de amor, Celestina es alejada del país a fin de evitar el escándalo, y el dinero aceptado por Giacomo se convierte, a los ojos del mundo y a los suyos propios, cuando conoce el hecho, en el vergonzoso precio de su deshonor. En este punto, la trama de la narración se complica con la intervención de otros personajes y por la inserción de las peripecias de Celestina en el cuadro de las luchas electorales de la comarca de Cremona. Las aventuras de Giacomo. que en vano se ha desvinculado de la familia, terminan con un «finis philosophiae», con la muerte de la pobre Celestina, y con un «hay que empezar de nuevo».
Aletea sobre la novela el recuerdo de la obra maestra manzoniana; manzoniano es el aire de ciertos episodios, y aún más el de algunas figuras, como Celestina, que recuerda vagamente a Lucia (v.), y el conde Lorenzo, figura calcada en algunos aspectos del Don Ferrante (v.), con un leve colorido a lo Don Abundio (v.). La novela, como las demás de Marchi, es representativa de la escuela de narradores lombardos que se relacionan con Manzoni, hasta por la ausencia de especiosas veleidades literarias, aun tratando de aunar la imitación manzoniana con los principios y la técnica de la escuela .naturalista.
D. Mattalía