Germinia Lacerteux, Edmond y Jules de Goncourt

[Germinie Lacerteux]. Novela de Edmond (1822-1896) y Jules (1830-1870) de Goncourt, publicada en 1865. Buscando un arte que fuese viva representación de la realidad, y al mismo tiempo documento preciso y conmovedor de las anomalías de la sociedad moderna, los dos hermanos afirmaron en su obra un nue­vo método literario.

Las tristes vicisitudes de una criada, son seguidas crudamente, aunque no sin piedad, en las diversas fases de un embrutecimiento que la conduce a la muerte. Mentira, embriaguez, sueños de amor, hurto: todo ello envenena la vida de la protagonista, Germinia (v.). Su amor ha­cia un ser indigno, Jupillon, la conduce, de mal en peor, hasta la prostitución y la vida más abyecta. El libro, iniciado con la na­rración de la infancia de Germinia, expues­ta por ella misma a su anciana ama, se cierra con la visión de un rincón de ce­menterio donde está sin que nada la dis­tinga de las demás tumbas, la que encierra la triste y desolada existencia de una pros­tituta. Esta obra, notable por la pintura de la vida de las clases humildes, se propone ser también el sutil juicio histórico de una sociedad y de unas costumbres.

Partiendo de un caso real conocido e indagado como documento típico de la época contemporá­nea, los Goncourt realizaron un cuadro «ver­dadero» en que el arte y la ciencia inten­taban fundirse en una creación magistral. El canon de esta fórmula de arte, de poe­sía y de pensamiento — son evidentes sus contactos con las concepciones de Flaubert y de Taine — obtendrá después la sanción de una escuela literaria auténtica con Zola (v. Naturalismo). Pero la diversa y sutil descripción de ambientes y de pasiones fue perseguida por los Goncourt con la meticu­losidad propia de una miniatura, mientras que en Zola y en los autores naturalistas, la representación de la vida social y de sus males está, en general, hecha a grandes pinceladas, fuertes vibraciones y hasta con actitudes polémicas. Germinia fue llevada al teatro — en 1888, por Edmond — en una obra rica de color, pero de escasa vida es­cénica.

C. Cordié

Es implacable como la miseria. Tiene esa gran belleza: la Verdad. Vosotros ahondáis; es vuestro deber, y hasta vuestro derecho. (Hugo)

Para juzgar bien esta obra y hablar de ella, sería menester una poética diferente de la antigua, una poética apropiada a las producciones de un arte nervioso, de una nueva búsqueda. (Sainte-Beuve)

Esta obra me exalta. Es fuerte, ruda, dra­mática, patética y fascinadora. Lo que más admirable me parece en ella es la gradación de los efectos, su progresión psicológica. Es atroz desde el principio hasta el fin, y a veces sencillamente sublime. (Flaubert)

Como en Murger y Champfleury, la no­vela realista de los Goncourt podría llamarse en justicia la realidad novelada. (Thibaudet)