[De origine et situ Germaniae]. Monografía publicada por Cornelio Tácito (hacia 55-primer cuarto del siglo II d. de C.) en el año 98 d. de C. Tácito había ya concebido el plan de su obra historiográfica (v. Historias), y puesto que las guerras con los pueblos germánicos constituían una parte importante de los hechos que se proponía narrar, anticipó en esta breve obra de carácter etnográfico los datos necesarios acerca de los germanos. Precisamente entonces, al reforzar Trajano la frontera del Rin, se agudizaba el interés de los romanos por aquellas regiones y pueblos mal conocidos. Tácito tomó su información principalmente de fuentes escritas, como, por ejemplo, César y Plinio el Viejo; pero utilizó también ampliamente informaciones orales recogidas entre los militares, los comerciantes, etc. Las investigaciones de la ciencia moderna, a través del estudio de los monumentos, han confirmado su cautela crítica y la seriedad de sus afirmaciones.
Esta obrita, única en su género que ha llegado de la antigüedad hasta nosotros, tiene, pues, un valor inestimable para el historiador, el sociólogo, el economista, tanto como para el filólogo, el cual encuentra en ella ya formado el estilo personal de las obras más importantes de Tácito (v. Historias y Anales). Después de la determinación geográfica de la Germania, Tácito se ocupa del origen de sus habitantes, describe en general sus características físicas y morales, sus instituciones militares, políticas, religiosas, sus ocupaciones cotidianas, sus medios de vida, trajes y costumbres. La segunda parte de la obra pasa a enumerar las distintas tribus, relata su historia y expone las instituciones y costumbres peculiares de cada una: la variedad de los asuntos de que Tácito se ocupa aleja de esta enumeración toda monotonía y aridez. Admirables por su potencia evocadora son las sobrias descripciones de países, bosques y mares, que para los romanos constituían visiones fabulosas. En cuanto a los hombres, Tácito no demuestra una particular simpatía por los germanos, pero no oculta su admiración por su salud física y moral y por la sinceridad primitiva y la honradez de su vida. Si bien no es preciso creer, como se ha hecho hasta ahora, que el propósito de la obra fuera precisamente advertir a los romanos del peligro que representaban para ellos estos fuertes pueblos, exhortándolos a corregir sus propias costumbres, es cierto que constantemente está sobreentendida la comparación de la Germania con la civilización romana, formalmente tan superior, pero íntimamente corrompida y débil.
A veces la comparación está expresamente subrayada, especialmente en las sentenciosas observaciones con que Tácito se complace en terminar los capítulos. Y sobre todo es significativa la exclamación a propósito de las guerras intestinas entre bructerios y teucterios: «dure y permanezca, así lo suplico, en tales pueblos, si no el amor por nosotros, por lo menos el odio entre sí, ya que, ahora que los hados empujan el imperio, la fortuna no puede ofrecernos nada mejor que la discordia entre los enemigos». Este destino, que proyecta aquí su sombra siniestra, es el mismo que se cierne vengador sobre toda la obra de Tácito: su evocación da a la Germania cierto tono profético. [La primera traducción castellana es la versión clásica de don Baltasar Alamos de Barrientos en el Tácito español (Madrid, 1614) del que se hicieron numerosas reediciones, reimpresa modernamente (Madrid, 1919). En el siglo XVIII es preciso mencionar la traducción de José Mor de Fuentes y Diego Clemencín (Madrid, 1798)]. A. Passerini
Caracterizar naciones y épocas, dibujar grandiosamente lo que es grande: he aquí el verdadero talento del Tácito poético. En los retratos históricos el crítico Suetonio es mayor. (F. Schlegel)