[Dubliners]. Volumen de narraciones publicado por James Joyce (1882-1941) en 1914. Es el primero de sus libros que se leyó, después del volumen de poesías juveniles Música de cámara [Chamber music] (1907). La fama del autor nació de estas narraciones, escritas durante su larga permanencia en Trieste. Joyce estudia tipos y caracteres de ciudadanos de Dublín, y en parte les atribuye ciertos rasgos generales a la naturaleza humana. Su posición literaria en este volumen es realista: pero de un realismo psicológico, cuya objetividad nace de una observación tensa de las estructuras internas. Joyce, con sus narraciones, se coloca al lado de los mejores testigos de la vida burguesa de su tiempo; y en más de una de dichas narraciones muestra sentir en la sociedad de su patria algo profundamente turbador, trágico y fatal. En todas las obras del escritor, ciertos caracteres insulares y extraviados del pueblo de Irlanda tienen un relieve atenuado, quizás alguna vez por el velo del humorismo o por la máscara ascética.
En Gente de Dublín este amargo acento tiene aún resonancias más sinceras y profundas: en la bella narración «Contrapartidas» [«Counterparts»], por ejemplo, con el mal empleado, holgazán, cargado de deudas, siempre dispuesto a distraerse, siempre a punto de francachelas, atraído irresistiblemente por la juerga; narración que termina con la cruel vuelta del hombre a su triste casa, donde desahoga su rencor con los niños que le esperan y que le han recalentado la cena, mientras su madre está en la iglesia. Las últimas líneas de la narración están escritas con ritmo sincopado, con un procedimiento musical que Joyce adoptará más tarde, a menudo, en todas sus obras. Hay una exquisita intimidad psicológica en el cuento «El muerto» [«The Dead»] que termina el volumen: delicadísima exploración en la penumbra de un alma femenina turbada por el recuerdo de un hombre, que la amaba y que ha muerto, precisamente en el momento en que el marido se le acercaba con deseo impaciente. El muerto lo detiene: es aquello de lo cual es inútil tener celos y contra lo que nada se puede hacer. En otras narraciones se advierte el aire marinero de Dublín: la «querida y sucia Dublín» que Joyce amaba. [Trad. de I. Abelló (Barcelona, 1942)].
S. Benco