Gebir, Walter Savage Landor

Poema en siete cantos, obra juve­nil del poeta inglés Walter Savage Landor (1775-1864), publicado en 1798 y, en versión latina [Gebirus], en 1803. Su fuente prin­cipal es- la historia de la reina Charoba, es­crita por el historiador egipcio Murtada y traducida al francés por Pierre Vattier, pro­fesor de árabe de Luis XIV.

Gebir, príncipe ibérico, para cumplir un voto sagrado, em­prende una guerra contra Egipto, acompa­ñado de su hermano Tamar, alma idílica de pastor, que conduce los rebaños del ejér­cito invasor. En Egipto reina una encanta­dora joven, Charoba, que en muchos aspec­tos recuerda a Cleopatra. Al verse, los dos jóvenes sienten nacer una atracción que es más fuerte que el tradicional odio de sus antepasados. Gebir no puede ya dirigir las armas contra Charoba y decide marchar lejos, hacia los últimos confines de Egipto, a fundar una ciudad. Su trabajo es vano, ya que todo cuanto fatigosamente constru­ye, es destruido. Tamar toma otro camino; encuentra a una ninfa del Océano, que lu­cha con él y lo vence. Tamar arde de pa­sión por esta criatura sobrenatural y con­fía su tormento a Gebir, el cual, superan­do muchas dificultades, consigue encontrar a la indomable ninfa y se entera por ella de que los demonios de Egipto le odian y destruyen por la noche el trabajo que él y los suyos hacen durante el día. Gebir, acompañado de la sombra de un guerrero, Araor, desciende a ultratumba para aplacar a los demonios, y allí, entre los héroes, en­cuentra la sombra de su padre que se le escapa de entre los brazos. Después vuelve al mundo de los vivos, deseoso de unirse a Charoba. Tamar y la ninfa se casan; la nin­fa prevé graves desgracias e incita a su marido a marchar hacia las lejanas playas del norte del Mediterráneo, donde nacerá de su unión una raza feliz en un país rico y afortunado. Los dos ejércitos esperan im­pacientes a que la boda de Gebir y Charoba selle la paz entre ellos. Pero Dalica, la vieja nodriza de Charoba, cree que la ceremonia nupcial será un engaño y pre­para para Gebir unas ropas envenenadas. El héroe las viste y, como Hércules, muere abrasado.

Este extraño poema, lleno de re­sonancias homéricas, virgilianas y dantes­cas, revela un profundo conocimiento del mundo clásico en la rápida sucesión de sus episodios, lugares y personajes, y anticipa la tendencia oriental de la escuela román­tica. Y esto en un momento en el que el romanticismo se limitaba sólo al mundo nórdico y germánico.

G. Fornelli