Gaudeamus, Joseph Víctor von Scheffel

Colección de poesías de Joseph Víctor von Scheffel (1826-1886), pu­blicada en 1867. El título — que es la pa­labra inicial de un antiguo canto goliar­desco — quiere significar el tono alegre y desenfadado característico del volumen. En realidad, Scheffel, ingenio versátil y culto más que poeta inspirado, extrae motivos y temas del mundo de sus experiencias inte­lectuales para ponerlos en verso con un espíritu bondadoso y burlón. Incluso donde se propone la caricatura o la parodia no lo hace movido por un verdadero resentimien­to o indignación moral, sino solamente por una indeterminada veleidad de burla que no llega siquiera al horaciano «castigat ridendo mores». Scheffel se complace, todo lo más, en la burla literaria. Él es un lite­rato, y tiene también en estas poesías todas las cualidades y todos los defectos de los literatos: con las formas y la agudeza que le son propias, permanece en la atmósfera del «cenáculo muniqués», con el cual tuvo en común el culto a la poesía y a la pin­tura.

En la primera parte del Gaudeamus trata humorísticamente temas sacados de las ciencias naturales, mundo que un miem­bro de la «sociedad del Cocodrilo», el cien­tífico poeta Franz von Kobell, había intentado cantar en serio en la Historia remo­tísima de la tierra [Urgeschichte der Erde]. Lo jocoso bordea a veces los límites de lo grosero como en el «Canto del guano», donde el «humor» tiene ribetes de innega­ble vulgaridad: «Los pájaros son todos fi­lósofos. Su principio se impone: procura cuidar siempre de las necesarias evacua­ciones, que todo lo demás va por sí solo». La malicia de Scheffel, por otra parte, es tan tenue, que se complace incluso en ideas de dudoso efecto cómico. Por ejemplo, el humorismo del canto «Pumpus von Perusia», que tiene su origen en una situación a decir verdad muy peregrina: el príncipe etrusco Pompo de Perugia, totalmente arrui­nado, aguza el ingenio de manera que «aquel día en la selva junto a Suessula, por pri­mera vez desde que el mundo era mundo, un héroe colocaba un clavo en perjuicio de otro héroe».

En la balada «La batalla de Teutoburg» el cadencioso ritmo trocaico de la primera estrofa acompaña el seguro cabalgar de un «condottiero» romano: cuan­do los romanos se volvieron protervos [frech], se dirigieron hacia el norte de alemania. «A la cabeza, al son de las trom­petas, cabalgaba el mariscal de campo ge­neral señor Quintilio Varo». Pero después de algunas estrofas Scheffel, orgulloso del valor de sus Quérulos, describe el mísero fin del «pobre caudillo» con intenciones despectivas demasiado patentes y con un gusto evidente con exceso de la burla en la citación de banalísimos detalles de una banalísima situación. Más tranquila es la vena de Scheffel en las poesías en las que el poeta recuerda con suave nostalgia las serenas horas transcurridas en la amena y gozosa Italia. En «Monte Olivano», el tono jocoso y familiar con el cual el poeta ale­mán evocaba de nuevo el paisaje itálico, la hospitalaria opulencia de la Casa Baldi, los suculentos manjares y las dulces conversa­ciones, nos revelan un temblor de contenido lirismo. Este lirismo se extiende en otros fragmentos en notas paisajísticas con un abandono al libre canto sin sombra de chanza o ironía. Esto ocurre, por ejemplo, en «Partida» [«Ausfahrt»], donde Scheffel insiste en el tema eichendorffiano del feliz vagabundeo por el mundo: el poeta, nuevo «Taugenichts», jovial y desocupado, camina por alegres bosques mientras el sol brilla y resuenan los cantos, junto a los prados llenos de flores multicolores y reposa sobre el musgo bajo el azul pabellón del cielo.

Lo mejor de Gaudeamus reside en los mo­mentos en que la poesía asume un tono benévolo y jocoso sin caer en lo soez o en notas satíricas demasiado amargas; allí don­de la simpatía y la emoción se enciende al recuerdo de dulces sensaciones y alegrías pasadas; donde el espíritu se esparce en un lirismo suave, al cual no es extraña la remota sugestión de espíritus y formas ya consagrados en la literatura romántica.

G. Necco