[Bakonja fra’ Brne, njegovo djakovanie i postrig]. Novela del escritor dálmata Sima Mataluvj (1852-1906), de Sebenico, autor de cuentos, novelas y descripciones de Dalmacia, y otras obras en prosa. Entre sus novelas, Fra’ Brne el Señorón y El Uscoco (v.) son consideradas clásicas en la literatura servocroata moderna. La obra fue publicada en caracteres cirílicos en 1892, y en caracteres latinos en 1897. Ivan Jerkovic, hijo de Kusmelj, pobre campesino de una aldea de la alta Dalmacia, llamado por burla «el Señorón», entra en un monasterio. Le protege su tío, fra’ Brne, quien le eligió entre sus muchos parientes para continuar la tradición de la familia, que había tenido siempre buenos monjes. Los parientes próximos y lejanos, envidiosos, intentan más de una vez poner obstáculos en su camino y hacerle quedar mal ante su tío; pero «el Señorón» se porta como un discípulo bueno y diligente, desbarata sus planes y progresa, aunque da muestras de ingenua pusilanimidad frente a los raros acontecimientos que ocurren durante su estancia en el convento. Al principio, en efecto, un fraile muere en circunstancias sospechosas, y durante cierto tiempo los monjes temen que su espectro vague por las celdas, como un vampiro.
Apenas restablecida, al poco tiempo, la tranquilidad, el monasterio es saqueado. Se descubre que un falso tonto, empleado como mozo de cuadra, era en realidad el conocido jefe de una banda de salteadores, que se había introducido en el convento para facilitar la entrada de sus hombres. Ivan Jerkovic se ha convertido, entretanto, en fra’ Brne, padre guardián, pero está siempre enfermizo. Incluso cuando se encuentra bien no se atreve a salir de su habitación por temor a morirse. Le cura instantáneamente el cirujano Pjevalica, simulando querer matarle. Dos veces el amor amenaza arrollar la vocación religiosa de fra’ Brne, pero éste sale siempre vencedor de las tentaciones. Al final se ordena sacerdote, obtiene una parroquia y conquista a sus feligreses con sus cualidades de hombre bondadoso y valiente. Con esta novela, Matavulj se situó en un lugar destacado entre los autores servocroatas: él es, en efecto, el único representante de un realismo puro y sobrio, que no exagera nunca utilizando elementos fantásticos o románticos y que describe felizmente los ambientes dálmatas, las pequeñas ciudades de la costa adriática, los monasterios y su vida. Un humorismo sutil y un equilibrado conocimiento de las debilidades humanas constituyen la poesía de esta obra, una de las más sencillas y felices de la literatura a la que pertenece.
L. Salvini