Fue la primera historia que compuso el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616), nacido en Cuzco, mestizo de ilustre progenie por ambas ramas. Fue su padre, llamado como él, un capitán español que participó en la conquista, de la estirpe del famoso poeta homónimo, y su madre, sobrina-nieta del inca Huaina Cápac. Sus primeros veinte años los pasó en el país, muy en el ambiente indígena; vino después a España y aquí pasó todo el resto de su vida, en los comienzos como militar — fue soldado en la campaña de Granada, a las órdenes de don Juan de Austria — y en lo postrero residió en Córdoba, donde, según sus propias palabras, buscó en las letras honrosa ocupación, huyendo de la ociosidad. Dio muestra de su cultura con una traducción de los Diálogos de amor (v.) de León Hebreo, que fue muy leída — entre otros, por Cervantes —, y luego se inició en la literatura histórica con la monografía que es objeto de este artículo. Fue publicada en 1605 en Lisboa, donde residió algún tiempo antes de situarse en Córdoba.
En ella historia la gloriosa expedición de Hernando de Soto para la conquista de la Florida (1538-1544), tema que, por el heroísmo allí desplegado y las penalidades sufridas, tenía harto aliciente para tentar a un escritor. Sorprende, no obstante, que Garcilaso lo eligiese, él que desconocía en absoluto aquel territorio y poseía en cambio tan directa información de su país natal, como después mostró (v. Historia General del Perú). Pero él mismo parece adelantarse a explicarlo: le fue referida, dice, la empresa de Soto tan repetidamente por uno de sus participantes, que decidió exponerla por escrito, para lo que usó, además, de datos aportados por otros dos testigos. Lo hizo con bastante extensión — un libro por cada año — y mostró, sobre todo, sus dotes literarias acertando a reflejar la trágica belleza de aquel heroico intento.
B. Sánchez Alonso