Drama en cinco actos y un prólogo del escritor alemán Gerhart Hauptmann (1862-1946), publicado en 1896. Después de haber intentado con éxito en los Tejedores (v.) el drama de masas, el autor pensó resolver en esta obra, sin alejarse demasiado de los cánones del Naturalismo (v.), la atracción que sentía por el tema histórico y al mismo tiempo vagamente nacional. Florián Geyer es un noble que se pone a la cabeza de la revuelta de los campesinos, creyendo hacer con esto una obra de justicia social, ayudando a los más pobres; pero cuando se da cuenta de que éstos no son más que unos codiciosos de las riquezas que él despreciaba en sus iguales, siente que su destino está echado y se prepara íntimamente para la muerte. Peca también de orgullo, pues si bien sabe que es el único que combate desinteresadamente, tan pronto siente nacer a su alrededor cierta desconfianza, alimentada por la envidia, se deja poner de lado a pesar de estar convencido de que es el único que puede conducir a buen puerto la empresa. Sólo cuando los acontecimientos se precipitan, incluso sus adversarios reconocen la pureza de sus intenciones y le dejan gustosamente el papel del héroe que combate hasta la muerte y que muere por su causa. Como otros personajes de Gerhart Hauptmann, también éste es un débil que actúa sobre el destino hasta cierto punto y que después se deja llevar por un sentido fatalista que, en un animador de temple heroico, resulta una falla y queda fuera de lugar.
El marco dentro del cual Hauptmann quiso desarrollar la trama es grandioso, tal vez demasiado vasto; advirtamos que los personajes son más de setenta — sin contar los comparsas — y las escenas, a pesar de estar hábilmente construidas, no pueden dar el movimiento necesario a una masa tan ingente de personas. Por esto el ritmo de la acción es lento y, cuando el drama se representa, se hacen necesarios varios cortes. Mutilado de esta manera, el drama adquiere más soltura, pero pierde fatalmente su equilibrio lógico. La impresión que causa su lectura es más feliz; durante dos años el autor estudió el idioma de la época y los distintos dialectos que puso en boca de la gente del pueblo, de manera que, desde el punto de vista estilístico, es una obra minuciosamente cincelada que se impone aún hoy, si no a la admiración, a la consideración del lector. Y finalmente hay que tener presente que, a pesar del marco histórico, Hauptmann insistía bajo una forma nueva en el tema social ya desarrollado en los Tejedores: la rebelión de los pobres contra las desigualdades sociales.
R. Paoli