[Physiognomische Fragmente]. Ensayo sobre el arte de conocer a los hombres por los rasgos de su fisonomía, del psicólogo, escritor religioso y poeta Johann Kaspar Lavater (1741-1800), compuesto en 1775-78. Si cada granito de arena, cada hoja, contiene el infinito, el hombre, que es la síntesis de todo lo creado, debe, a través de su cuerpo, al cual está indisolublemente unido su espíritu, revelar las íntimas armonías espirituales, de las cuales es expresión, así como las faltas de la materia, sorda para responder a la energía de la idea que suele encarnarse en ésta. El autor examina las distintas objeciones dirigidas a las teorías fisonomistas, especialmente la de la disimulación y falsedad; estudia la armonía entre la belleza moral y la física mostrando cómo, por lo menos, la virtud embellece y el vicio deforma los rasgos del rostro; discute el testimonio de los retratos y de los perfiles. Del examen de los cráneos de las distintas especies de los animales pasa al del hombre, y estudia las expresiones de los temperamentos y los signos de la salud y de la enfermedad y, en un capítulo especial, las fisonomías nacionales. Tienen un particular interés algunas observaciones sobre los parecidos de los hijos con los padres. Dos capítulos están dedicados al estudio de la fisonomía de las mujeres, de la infancia y la juventud.
Sigue un estudio detallado de las distintas partes de la cabeza, especialmente del rostro humano, de las manos y de los restantes órganos expresivos. El autor clasifica, distingue, fija normas — a menudo arbitrarias — alternando con deducciones bastante finas y exactas, observaciones ingenuas y divagaciones pietistas, con énfasis oratorio que se resiente del intento de vulgarización, y de la finalidad de hacer captar el latido del alma y la presencia de la divinidad en todo ser viviente. Numerosas y amplias son las citas de autores, que ocupan páginas enteras; entre éstas, destaca un vasto resumen de la obra de su precursor, Giovanni Battista della Porta, De humana physionomia (Nápoles, 1601). Como aplicación a los análisis de la primera parte de la obra, siguen con el título de Ejercicios fisiognómicos exámenes y discusiones de fisonomías de personajes históricos o creaciones artísticas, reproducidas en numerosos grabados que forman la segunda parte de la obra y sirven de base para el estudio comparado de hombres y animales, desde el león al sapo. Las ideas de Lavater, comunes a algunos de sus contemporáneos como Lessing y Zimmermann, despertaron vivísimo interés, acogidas por algunos con gran favor, como por Goethe, por Herder, por Jacobi; combatidas por otros como Lichtenberg y Nicolai. Dejó fascinados especialmente a los semidoctos de toda Europa, que se dividieron en dos bandos, en fisonomistas y antifisonomistas, los cuales pronto se enfrentaron «pro y contra» la frenología de Gall, de la cual Lavater fue convencido defensor. Sus seguidores fueron responsables de exageraciones que atrajeron hacia la teoría un ridículo inmerecido.
G. Pioli