[Filosofía di Giambattista Vico]. Tratado de Benedetto Croce (1866-1953), publicada en 1910, clara exposición sistemática del pensamiento de Vico. La primera posición gnoseológica de este pensamiento señala una oposición neta al cartesianismo dominante. No hay ciencia si no se llega, a través de las series de causas, hasta la causa primera, la causa creadora. «Causar» la realidad, hacerla, es también conocerla; la «verdad» del hecho es su creación; Dios, que crea el mundo de la naturaleza y de los hombres, no tiene necesidad de ciencia. Sólo en un campo del conocimiento humano «opera» la mente humana como productora de los objetos que conoce: en las matemáticas. Pero los elementos de éstas no son más que «ficciones». Por esto es un error creer que las matemáticas pueden fundar una metafísica y una física con carácter puramente demostrativo. Este agnosticismo queda, sin embargo, superado en la Ciencia Nueva (v.); el espíritu humano que «hace» la historia es el mismo espíritu que la piensa y que la conoce; la ciencia que puede tener el hombre sobre el mundo humano es tan perfecta como la ciencia que Dios tiene del mundo de la naturaleza. La verdad del mundo humano consiste en el conocimiento de los principios y de las leyes inmutables que generan el curso de las naciones.
Pero el conocimiento de la «verdad», esto es, la filosofía, debe fundarse sobre el conocimiento de lo «cierto», de los aspectos particulares temporales de la historia, conocimientos que nos son proporcionados, no sólo por los escritos de los historiadores, sino, sobre todo, para las épocas más remotas, por los testimonios que nos revelan los caracteres de aquéllos (lengua, poesía, mitos, religiones, derecho, monumentos): éste es el fin que se propone la «filología». La relación entre la filología y la ciencia es, por lo tanto, la relación entre lo «cierto» y lo «verdadero»; la filología ofrece el material a la filosofía. La Ciencia Nueva consta de tres órdenes de investigaciones: filosóficas, históricas y empíricas; contiene, juntas y entremezcladas, una filosofía del espíritu y una ciencia social. Los motivos más profundos y las exigencias más vivas del pensamiento de Vico se anticipan, en gran parte al menos, a la filosofía del siglo XIX. Particularmente fecunda es la concepción fundamental del espíritu como desarrollo, esto es, como unidad y distinción de formas. El hombre es, ante todo, «sentido»; luego «advierte» con ánimo perturbado y conmovido, y por fin «reflexiona» con mente clara. Su primera razón práctica es la fuerza, el capricho; luego, la ley y la conciencia moral. Con mayor atención estudia Vico las formas espirituales inmediatas e individualizantes: en la actividad teórica, el momento de la fantasía, en la actividad práctica él momento del derecho de la fuerza.
La estética ha de considerarse como un descubrimiento de Vico; con el nombre de «lógica poética», nos da una teoría de la intuición como identidad entre fantasía y poesía, entre expresión espontánea y lenguaje. En la ciencia empírica, las formas cognoscitivas poética y mitologizante, y el momento práctico del derecho de la fuerza, se identifican con la forma bárbara de la civilización, con las épocas heroicas; el momento de la reflexión intelectual y el de la equidad jurídica y ética se identifican con la forma madura de la civilización, con las épocas históricas en las que domina la razón «completamente explicada». El concepto de «retorno» (que puede también parecer negación del concepto de desarrollo real, de progreso) debe entenderse en el significado más verdadero que se halla implícito en el pensamiento de Vico; el círculo eterno del espíritu ha de pensarse no sólo como distinto del movimiento uniforme, sino como continuamente creciente sobre sí mismo, de modo que la nueva época de la fantasía y de la barbarie está en realidad enriquecida con todo el desenvolvimiento del entendimiento y de la civilización que la ha precedido. Croce reconstruye e interpreta con su investigación aguda y atenta la ideología de Vico en los capítulos de este libro. Mucho más personal e integradora es la contribución de Croce al mostrar la oposición de Vico a la tendencia cultural de su tiempo y el desarrollo posterior de su pensamiento filosófico e histórico. La historia ulterior del pensamiento está presentada como un «retorno» de las ideas de Vico.
Su conexión de lo verdadero con el hecho se encuentra en la tesis de Hegel de la identidad de lo verdadero y el hecho, el pensamiento y el ser; la unidad de filosofía y filología se halla en la síntesis «a priori» de Kant, en la reivindicación de la historia y en la filosofía histórica de Hegel; la limitación del valor de las matemáticas y de las ciencias exactas la hallamos en el reconocimiento de que su fuerza no reside en sus postulados, sino en las definiciones; su «lógica poética», en la estética y en la elevación del arte entre las puras formas del espíritu; sus doctrinas sobre el lenguaje, en la interpretación de éste como libre y poética creación del espíritu; la doctrina del mito y de la religión la encontramos en el reconocimiento, con Hume, de que la religión es un hecho natural, una filosofía rudimentaria, surgida como mito, no adrede, sino por necesidad y pobreza; la crítica del utilitarismo está en la Crítica de la razón práctica (v.); la polémica contra el platonismo o el grocianismo de una república ideal o de un derecho natural que existe fuera y por encima de la historia se halla asimismo en el reconocimiento de que el derecho se corresponde con la vida social entera de un pueblo en un momento histórico dado; la «providencia», esto es, la racionalidad y objetividad de la historia, en la «astucia de la razón», o de la especie, de Hegel y Schopenhauer, y en la «heterogénesis de los fines» de Wundt.
En Vico se halla la anticipación de casi todas las ideas capitales de la filosofía idealista del siglo XIX, y de otras se halla, si no el anticipo, la exigencia, si no los puntos de partida, la laguna que hay que llenar; produciéndose, pues, no el «retorno», sino el «progreso», o el encuentro; ello ocurre sobre todo entre los descubrimientos históricos de Vico y la crítica e historiografía del siglo XIX. Croce concluye su estudio, que todavía es hoy fundamental para el conocimiento de Vico, y que ha estimulado mucho los estudios sobre este autor y la divulgación de la Ciencia Nueva en Italia y fuera de ella, dando de Vico esta ingeniosa definición: «él fue ni más ni menos que el siglo XIX en germen». Siguen tres apéndices: «En torno a la vida y el carácter de G. B. Vico», «El éxito de Vico» y «Rasgos biográficos».
G. Pioli