El escritor español Miguel de Unamuno (1864-1936) hizo una versión moderna del tema en su drama Fedra, obra escrita hacia 1911, estrenada en 1918 en el Ateneo de Madrid y publicada en 1921 en la revista «La pluma». El argumento es el mismo de Eurípides, pero con un desarrollo en parte distinto por presentar personajes actuales. En su intento, de crear una tragedia desnuda, esquelética, Unamuno reduce hasta el máximo los elementos, quedándose sólo con el conflicto y los caracteres. Los personajes son seis, pero de ellos sólo tres: Hipólito, Fedra y el padre, toman parte activa en el drama; el ama de Fedra se limita, en un papel totalmente pasivo, a recibir las confidencias de su señora.
Unamuno ha añadido un personaje, el médico amigo de la casa, que tal vez quiere presentar como conciencia acusadora de Fedra, pero fracasa en el intento y el médico queda en un segundo plano apagado y borroso. El decorado, un lienzo blanco y tres sillas, tiende a situar la obra fuera de cualquier circunstancia y tiempo, aumentando con la sencillez expresiva la fuerza dramática de la pasión incestuosa y vengativa. En una carta al poeta chileno Ernesto A. Guzmán, el propio autor resume así el argumento: «Madrastra que se enamora del hijastro, lo solicita, es repulsada y en su furia pasional denuncia a su marido que es el propio hijo de éste quien la solicita, encizaña a padre e hijo provocando su ruptura; el mozo se va de casa y ella se suicida». El defecto de la obra, aparte de una evidente falta de carpintería teatral, reside en el fallo en algunas situaciones del estudio psicológico; por ejemplo, queda in- explicado el paso de Fedra de su ansia de venganza al remordimiento que la lleva al suicidio.
S. Beser