El diálogo platónico fue continuado por el filósofo alemán Moisés Mendelssohn (1729- 1786) en la obra homónima Fedón o La inmortalidad del alma en tres diálogos [Phádon oder die Unsterblichkeit der Seele in drei Gesprache], publicada en 1767 y destinada a demostrar cómo Sócrates hubiera razonado de haber vivido en el siglo XVIII y haber tenido a su disposición los elementos procurados por la Ilustración. Sócrates aduce aquí, por lo tanto, pruebas que se adaptan a los «conceptos más claros». El primer diálogo, donde Fedón comienza el relato de la muerte de Sócrates, no se aleja mucho del original, excepto en un punto, en el cual Mendelssohn se abandona a una diatriba contra el suicidio, con consideraciones moralistas sobre el valor del cuerpo en el hombre. En el segundo diálogo, Fedón, refiriéndose a una supuesta discusión entre Sócrates y Simias acerca del método de razonamiento adoptado por éste, pone en boca de Sócrates el consejo de «no odiar nunca la razón». En el último diálogo Mendelssohn abandona la forma dialogada y hace hablar a Sócrates como un filósofo del siglo XVIII que se propone vulgarizar la filosofía.
Aquí se muestra también su eclecticismo, admitido por él mismo cuando declara que no se propone ser ni profeta ni sectario, sino que prefiere «aceptar con corazón agradecido aquello que encuentra de bueno y útil en sus predecesores». Y, efectivamente, toma muchas cosas de Baumgarten y de Lessing. Es suya, en cambio, la demostración que se basa en la armonía de las verdades morales y, en particular, en el sistema de los derechos y deberes. Muy distinto es este Sócrates «ilustrado» del «Sturm und Drang» y del de Hamann. Mientras Mendelssohn interpreta el «no sé nada» socrático como una expresión de modestia, Hamann lo ve como la revelación de una luz superior que se eleva por encima del «sentido común». El Fedón, que dió auténtica celebridad a su autor, le ocasionó, en cambio, una disputa áspera y dolorosa con Lavater, que le obligó a descender al terreno confesional. Mendelssohn se mantuvo en su posición, defendiendo la libertad del espíritu, lo cual le valió el elogio de Kant. Con esta obra se convirtió en el promotor en alemania de la «religión natural», que intenta liberar la filosofía del agobio de la disputa dogmática.
G. F. Ajroldi