Después que Goethe hubo compuesto el fragmentario Urfaust (v. más arriba), Friedrich Müller (1749-1825), conocido también como Maler Müller por sus actividades como pintor, compuso también un Fausto que se publicó en parte en 1776, con el título Situación acerca de la vida de Fausto [Situation aus Faust Leben] y en parte en 1778 con el título Vida de Fausto [Faust’s Leben], pero no llegó a aparecer nunca por entero y permaneció en forma de fragmento dramático. Como surgido entre el intelectual de Lessing y el humanísimo de Goethe, el Fausto de Müller tiene el apego a la tierra propio de un «Sturm und Dráng» completamente sensual, sin ansias de evasión ni tormentos filosóficos. Desgraciado, agobiado de deudas, Fausto vende su alma a Mefistófeles para recobrar su patrimonio y gozar nuevamente de la vida. Después de doce años termina el plazo para poder rescindir su contrato o condenarse definitivamente. Cuando, en la corte del rey de España, Fausto, poderoso y rico, se enamora de la reina de Aragón y va a declararle su amor, suena la hora fatal. Las escenas que se han conservado representan precisamente este momento culminante, idílico, y el diálogo, en intensos colores, con Mefistófeles, semejante a la primera escena infernal, que tiene notas shakespearianas. No faltan rasgos sueltos de poética eficacia; hay cierta intensidad de color y de vez en cuando algún acento conmovido, pero, en conjunto, el personaje de Fausto carece de consistencia y no logra realizar el intento del autor; la representación de un hombre que, consciente de toda su fuerza y de los vínculos de la suerte y del destino que le atan, busca todos los medios de romperlos, no está poéticamente lograda. Müller, raro pintor, de diablos y sugestivo poeta descriptivo en los idilios, era un temperamento demasiado impulsivo y desordenado para poder desprender de sí la figura de su héroe en la medida suficiente para poderla ver; de modo que el Titán soñado se quedó en larva poética.
G. F. Ajroldi