Fascinación, George Bernard Shaw

[The PhilandererJ. Come­dia en cuatro actos de George Bernard Shaw (1856-1950), escrita en 1893 y publicada en 1898 en el volumen de «Comedias desagra­dables» [«Unpleasant Plays»]; se estrenó en Londres en 1907.

La comedia se desarrolla en el seno de un círculo ibseniano y mo­dernista. Leonardo Charteris, filósofo pisa­verde e idealista, no quiere someterse a los lazos del matrimonio y mantiene una dis­cusión con Gracia, una viuda de la que está enamorado, y Julia, ardiente y celosa. Pero el matrimonio es una convención repudia­da por los ibsenianos como él, como Gracia y Julia. Ello no impide que esta última re­curra a todas las artes femeninas para en­cadenar a Charteris; un día le sigue hasta casa de Gracia y le sorprende en coloquio con ella. Entran los padres de ambas mu­jeres, viejos amigos aunque rivales en lides amorosas, que se han encontrado casual­mente en el teatro después de largo tiempo. Charteris da a conocer su situación, con moderna, o mejor, con modernista bruta­lidad; pero los hombres de la vieja gene­ración no le comprenden. Julia, desespera­da al ver que es imposible realizar sus propósitos amorosos, acabará uniéndose a un hombre que le es indiferente, el doctor Paramor, médico de su padre, a quien ha­bía diagnosticado erróneamente su enfer­medad, obligándole a inútiles sacrificios. Gracia, arrogante y orgullosa, renunciará también a Charteris, reconociendo sus in­coherencias.

En esta comedia, Shaw lleva a sus últimas posibilidades su técnica dra­mática; no se trata de una «acción», con un principio, un desarrollo y una conclu­sión, sino una eterna disputa, un fuego de artificio de las ocurrencias más .imprevistas y desconcertantes, un caprichoso torneo de los interlocutores. Fascinación no puede reducirse a una unidad de contenido, si bien por su trama ideal se reviste de una com­plejidad propia sólo de la vida vivida. Al­rededor del tema principal, la incompatibi­lidad que existe entre el amor y la insti­tución social del matrimonio, se desarrolla el contraste de los caracteres de ambas pro­tagonistas femeninas: una, impulsiva y pa­sional, habrá de renunciar al objeto de su amor; la otra, orgullosa y equilibrada, re­nunciará a él voluntariamente.

El conflicto entre la vieja generación, personificada por los padres de las dos mujeres, y Charteris, filósofo ibseniano, que desprecia las ideas sobre las que se fundaba su vida, la sátira de la manía ibseniana, autor divinizado casi por los intelectualoides londinenses y la burlesca representación del científico Para- mor, rígido e inexperto en sus amores, for­man un conjunto trabado, una abundancia de temas armónicamente fundidos y, sin embargo, no referentes a un tema funda­mental. La característica de la comedia es­triba, precisamente, en este juego de mo­tivos distintos que se integran, a pesar de mantenerse independientes. No debe pasarse por alto la intención polémica de Shaw de mostrar la diferencia entre su método y el de Ibsen, a quien se le acu­saba de querer imitar. Shaw, antes que nada, es un propagandista, mientras que Ibsen es un poeta; éste representa las pa­siones humanas sobre su fondo social; para Shaw, la escena es el púlpito desde el que expone sus propias ideas. [Trad. de Julio Broutá, en Comedias desagradables (Ma­drid, s. a.)].

F. Caddeo

La escena con que empieza Fascinación, la atmósfera en que se desarrolla y el ma­trimonio que le sirve de final, son típicos para las clases intelectual y artísticamente conscientes de la sociedad moderna; y es difícil negar, a mi entender, que son des­agradables. (G. B. Shaw)