[Essai de Mecanique chimique fondée sur la termo- chimie]. Obra publicada en París el 1879. El Ensayo alcanzó una importancia fundamental en la historia de la química, tanto por la idea central que lo anima, como por los millares de experimentos originales que en él se describen. En la segunda mitad del siglo pasado predominaba todavía la idea de que las sustancias de que se ocupa la química orgánica no podían estar constituidas sino en virtud de la intervención de una fuerza vital. Es cierto que había sido ya observada la producción sintética de ciertas sustancias orgánicas: pero éstas — decían — no eran sino casos aislados, destinados a permanecer como tales: la química orgánica hubiera continuado siendo eternamente una ciencia analítica, porque la síntesis y la construcción estaban vedadas a la capacidad limitada de los hombres de ciencia.
Berthelot sostiene, por el contrario, que les fenómenos químicos, en toda su extensión, no están regidos por leyes especiales, cuyo campo de aplicación quede limitado a ellos, sino que están regidos por las leyes comunes de la mecánica, cuya validez se extiende a todos los fenómenos, no sólo físicos, sino también mecánicos. Sostiene esta teoría general con la ayuda de numerosas y brillantes experiencias realizadas hasta 1860 y expuestas en su célebre Química orad- nica basada en la síntesis (1860) (v. Síntesis chimica) a la que siguió otra obra no menos importante sobre los Hidrocarburos (1901). Y fue precisamente mediante estas investigaciones — expuestas en gran parte en el Ensayo de mecánica química — como Berthelot llegó a la producción sintética de numerosos hidrocarburos, sustancias grasas, azúcares, etc., señalando al tímido conservadurismo de la mayoría, y con justificada complacencia, el carácter creador de la Química, capaz de realizar los conceptos abstractos de sus clasificaciones y teorías en concretas sustancias orgánicas: prerrogativa que tiene algo de maravilloso y que no poseen — afirmaba Berthelot — ni las ciencias naturales ni las históricas.
Muchas investigaciones experimentales reseñadas en el Ensayo se refieren a la absorción y producción de calor durante las reacciones. Investigaciones análogas perseguía por entonces el danés Thomsen, cuya obra no puede separarse — en este aspecto — de la del químico parisino, porque los numerosos datos experimentales proporcionados por el uno, completan y comprueban los menos preciosos y numerosos del otro. Son en cambio discutibles, y a la vez discutidas y efímeras, las ideas teóricas que Berthelot expone sobre este tema, como su interpretación de la afinidad química y del «sentido» de las reacciones: o bien la ley — que pretendía poder formular — según la cual podía mantenerse más estable el compuesto que se forma con mayor producción de calor. De ello, como también de sus ideas deterministas que resuelven todos los fenómenos de la vida en sus factores fisicoquímicos, la ciencia ha hecho justicia desde hace mucho tiempo.
U. Forti