Fiammetta narra en primera persona sus desventuras. Cuando conoció a Pánfilo lo amó al instante y fue además correspondida. Pero después, desde que Pánfilo partió pára Nápoles reclamado por su padre, no recibe de él más que noticias contradictorias: primero la informan de que se ha casado, después que en realidad es el padre de Pánfilo el que ha tomado esposa, pero que Pánfilo está enamorado de otra mujer.
Fiammetta se siente desesperada e intenta el suicidio. Cuando le es anunciada la vuelta de Pánfilo, reemprende la espera: pero el amante no se presenta y ella halla consuelo pensando en todos aquellos que sufren de amores. En la novela desempeñan el papel de consoladores de Fiammetta el ignorante marido y la vieja aya de ella.