El Winsbeke, Anónimo

Poema didáctico en me­dio alto alemán, compuesto hacia 1220 por un señor de Windsbach, en Baviera (de aquí el nombre de la obra), con el propósito de ofrecer a los jóvenes en la forma tradicio­nal de «Catón» medieval, un «espejo» com­pleto de las virtudes cortesanas.

Un an­ciano caballero, sabio y piadoso, da a su hijo, que heredará dentro de poco sus feu­dos, una serie de enseñanzas y normas de vida que se inspiran en el ideal supremo de la sociedad caballeresca de la época sue­va, como lo había expresado en sus poemas Wolfram von Eschenbach: conciliar en la milicia de la vida, que debe ser una conti­nua y gradual elevación espiritual hacia el Sumo Bien, el servicio de Dios con el ser­vicio del mundo. Las máximas, fruto de ma­dura experiencia, se siguen de estrofa en estrofa, en forma de discurso sosegado y afectuoso, que revela en su cristalina lim­pidez de lenguaje y en el regular fluir de los ritmos la familiaridad con los clásicos del Minnesang (v.) y de la época caballe­resca. El alto linaje, si no lo acompaña la virtud, vale tanto como un grano de trigo tirado al Rin.

Guía y consuelo en la vida de perfección es la mujer que, después de habernos dado la vida del cuerpo, nos da, con la severa disciplina del fino amor, la vida del espíritu. Por gracia divina, ella es para nosotros en la tierra lo que son los ángeles en el cielo. El amor de Dios, la leal­tad, el dominio de las pasiones, la constante firmeza, la fe fuerte y activa en el bien, son la herencia ideal que el padre, al morir, querría dejar al hijo. Pero a la ética caballeresca de la primera parte del poema se opone la ascética de la segunda, en que pa­dre e hijo, cansados del mundo, se refugian en un convento; se trata de una adición posterior de un escritor eclesiástico, en quien se refleja el espíritu de la época del Inte­rregno. Obra de un tardío imitador, no pri­vado de ingenio, es también el poemita, más breve, de la Winsbekin, en que una madre instruye a su hija iniciándola en la doctrina del amor cortés.

C. Grünanger