Es la primera obra del fecundo poeta y dramaturgo español Antonio García Gutiérrez (1812-1884); fue estrenada en 1836.
Se trata de un drama romántico caballeresco, en prosa y verso, de aparente color legendario, pero completamente fantástico, sin ningún fundamento histórico, cuya trama deslavazada y confusa está, sin embargo, animada de una viva emoción lírica. En la primera representación el triunfo fue tan ruidoso que el público, entusiasmado, pidió, entre grandes aclamaciones, que el autor saliera al proscenio; hecho que desde entonces fue erigido en costumbre, perpetuándose en España y en otros países. El drama, no obstante sus defectos, revela gran habilidad no sólo en su armoniosa versificación, sino en la construcción de las escenas y los efectos dramáticos. Se expone en él la rivalidad entre un trovador y el conde de Luna, hermanos sin saberlo; la escena del duelo recuerda la análoga de La Estrella de Sevilla (v.), atribuida tradicionalmente a Lope de Vega y recientemente a un tal Pedro de Cárdenas.
La acción se supone ocurrida en Aragón, a principios del siglo XV, y se inicia con la narración de un paje que cuenta cómo algunos años antes una gitana echó mal de ojo a uno de los hijos de don Ñuño de Artal, conde de Luna, por lo que fue quemada viva. La gitana tenía una hija que robó al niño de su cuna, con el propósito de vengarse, y al día siguiente se encontró el esqueleto de un niño entre los restos de una hoguera. El actual conde de Luna, hermano del niño robado, ama a la joven Leonor, pero ella está enamorada del trovador Manrique (v.), que vivía precisamente en compañía de la gitana, como hijo suyo. Leonor, creyendo que Manrique ha muerto en la guerra, entra en un convento; pero el trovador la rapta. Los alguaciles del conde apresan a la gitana, en cuyo auxilio acude Manrique, que también es encarcelado.
Leonor pide al conde la libertad de Manrique, prometiéndole su amor; pero antes ha tomado un veneno para no ser suya, y cuando entra en la cárcel del trovador para comunicarle su libertad, cae sin vida. El conde hace decapitar a Manrique, y en aquel momento la gitana le revela que el muerto es su propio hermano, porque ella había arrojado a la hoguera, por trágica equivocación, a su propio hijo, adoptando luego como tal a Manrique.
C. Boselli