![]() comprar Fotografía de portada: E.de Juan ISBN: 978-84-613-2095-0 3 horas de lectura Autor: Salvador Moreno Valencia Categoría: Narrativa Subcategoría: Novela N° de páginas: 84 Tamaño: 150×210 Estado: Público Interior: Blanco y negro Maquetación: Pegado En mi afán por experimentar con la palabra, e intentar crear un estilo propio, conciso, he hecho muchas pruebas y una de ellas, que para mí ha sido satisfactoria, ha sido la forma de abordar a la hora de escribir un tema como el que subyace en esta novela corta que he titulado El sonido lacónico de las balas, no cuenta esta historia nada nuevo, pero sí lo hace en cuanto el lenguaje que he usado para contarlo sí puede que sea algo nuevo, al menos introduzco algo que al escribir cada vez voy introduciendo más en mis textos, objetos a los que doto de una cierta personalidad, y en antagonismo a estos coloco a los personajes que tienen un enfrentamiento con esos objetos, que en el caso de esta novela es una pistola a la que he bautizado como Anita, y Anita, además irá creciendo a medida que las circunstancias de los protagonistas de esta novela corta van pasando la factura a los mismos, para dejarlos relegados a éstos, Anita, la pistola al papel de meros observadores o poseedores del objeto, y Anita se convertirá en el objeto del deseo del grupo de jóvenes que en esta historia se dan cita para relatarnos a través de Lu, el infierno al que han sido condenados sin ser culpables de nada. |
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Sinopsis
Lu, hijo de la desesperación y el desamparo lucha por salir del coma profundo en el que se encuentra tras un accidente. Una desesperada huida del pasado, y del momento en que se convirtió en un asesino. Anita será su ángel salvador. |
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Reseña de “El sonido lacónico de las balas”, de Salvador Moreno Valencia, por Rubén Sancho
Tras las líneas enemigas de la literatura políticamente correcta y sin hacer prisioneros, la prosa de Salvador Moreno Valencia se introduce en los vericuetos de las convicciones sociales y sale victoriosa en su lucha contra lo establecido por el statu quo literario de este país, dando un golpe en la mesa y gritando a los cuatro vientos ¡aquí estoy yo Libre de ataduras estilísticas “El sonido lacónico de las balas” golpea directamente en la línea de flotación del lector, haciéndole hincar la rodilla ante el poder absoluto de Anita, regidora de las vidas de los protagonistas y hacedora latente de nuestra sociedad, para someterse a su díscola voluntad. Es precisamente Anita, y no el resto de secundarios que la acompañan en el viaje, la gran protagonista de esta historia. Presente en cada momento importante de la narración, cuando habla, ejecuta, cuando sentencia, todos escuchan, su voz no emite palabras, emite proyectiles de consecuencias impredecibles. Sus acompañantes en este viaje a lo más execrable de nuestra sociedad son una metáfora intencionada de la juventud ausente que pulula por este mundo sin otro objetivo que el día siguiente, sin otra meta más que olvidar sus propias vidas. Unas vidas que no tienen otro valor más que la bala, real o imaginaria, de una ruleta rusa por jugar, porque Anita sólo es una figura catártica que aúna en una única imagen toda la violencia latente de nuestra sociedad, donde la comunicación cedió el paso a la imposición y la única manera de compartir los sentimientos es a través de la soledad. “El sonido lacónico de las balas” recoge todos estos elementos y los compone en una obra ágil e insinuante, ofreciendo la información justa en cada momento para que el lector vaya descubriendo, al ritmo que marca Lu, el narrador, de dónde viene y hacia dónde va la historia, con una vuelta de tuerca final inesperada que sorprende y remueve las conciencias. En definitiva, una obra que no deja indiferente de un autor imprescindible, que huye de la atonía de nuestras letras, ancladas en genios del pasado y productos prefabricados del presente. |
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El sonido lacónico de las balas
De Salvador Moreno Valencia – Bubok 2009 Por Carlos Medina Viglielm Leer y quedar heridos. Una historia de principios del milenio y por quien sabe cuanto. Salvador Moreno Valencia nos abre una puerta, o tal vez no mete por el ojo de la cerradura para que por tres horas, veamos todo eso de lo cual escuchamos el final, dos o tres veces o más al día, en el telediario. Tantas veces que las imágenes pasan a ser apenas un índice en ascenso en las estadísticas. Una historia que, con pocas diferencias, transcurre en Málaga, o en Barcelona, o en París, o en Río, o en Buenos Aires, o en Montevideo o… Los protagonistas son lo que queda entre los desperdicios: daños colaterales del funcionamiento de la sociedad del hiperconsumo. Seres que, en un increíble retroceso histórico, sobreviven comunicándose casi por sonidos guturales, en la búsqueda de carroña para el sustento diario del cuerpo y de sus instintos primarios. Seres que nacen como humanos pero que se parecen cada día más a los gamos o a las hienas. Un relato de tres horas que no se deja abandonar y que, a pesar de la crudeza de las situaciones, se transmite en un lenguaje fluido y por momentos poético. Un relato que nos provoca y nos lastima desde el espejo. Mas un relato, que bien vale la pena conocer. |
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El sonido lacónico de las balas según Ricardo Mena El sustrato de la novela: Primero, el yo narrador: se abre la escena con el protagonista saliendo de una pesadilla. No la recuerda, lo cual indica que, a su vuelta a la realidad, trata de olvidar las causas de su miedo. La novela será el sím …bolo entero de esa pesadilla que no vemos, pero que el narrador nos verterá mediante la acción posterior. Segundo, sus circunstancias: a) Sus amigos, como «Ju, [que] tuvo, COMO TANTOS OTROS, una desgraciada infancia, una infeliz, si cabe, adolescencia, y mucho más desdichada la juventud. Nos habíamos conocido en una pelea.» (énfasis mío). El «como tantos otros», indica que el protagonista se desdobla en su amigo Ju como en un espejo. El lector intuye que la pesadilla de la cual ha despertado (y no recuerda, pues su consciencia la bloquea) se trata de lo que él dice sobre Ju, que dice más sobre él mismo que sobre su amigo. Sabemos pues que el secreto del protagonista deviene de un trauma, y así se corrobora más tarde preguntándose a sí mismo: «¿Era yo un monstruo victima de la sociedad en la que vivía? ¿Era un perturbado que encontraba en el riesgo, y en la muerte la satisfacción que no encontraba en mi vida de chico normal? ¿Era, para mi conveniencia, un efecto del deterioro de la relaciones entre mi padre y mi madre? ¿No estaban las relaciones humanas en general deteriorándose sin remedio? No podía entender aquella especie de canibalismo que practicábamos matando, asaltado a diestro, y siniestro, ¿no nos comportábamos como verdaderos inhumanos? Sí, verdaderos caníbales.» b) sus padres. El desenlace y el culpable de los caníbales está resumido en este pasaje: «Papá que a mamá no la maté yo digo tras estar un rato caminando hacia nuestra casa.» Y aunque el padre asuma la culpa, es el narrador el que la descarga en él, esto es, el que se libera del trauma, de su trauma, de su neurosis, que sigue viva pues lo llena todo de oscuridad. Culpar al padre de lo que el narrador es y hace no arregla nada para el narrador que, parece, al escribir este descargo, anular su libertad humana. Pero el confesor de estas cuestiones, el narrador, sabe que él es responsable, en mayor parte que nadie, de sus actos, por más que sus padres o sus amigos o su entorno le hayan condicionado. ¿Consigue su salvación, su liberación? La oscuridad reinante final parece decirle al lector que sigue dentro de la pesadilla, que aún el narrador no se ha despertado, que toda la novela ES la pesadilla, el SUEÑO que un Freud, utilizando el psicoanálisis, podría interpretar sólo por su propio riesgo, pues como dijo el mismo Freud: «no es posible conocer la biografía real de una persona.» Nabókov no hace más que reiterar esto mismo en cada una de sus novelas, especialmente en «La verdadera vida de Sebastian Knight.» El estilo literario. Vulgar, violento, soez, a lo Bukowski. El narrador no pretende pulir su obra de arte para el disfrute del lector, sino mostrar, en toda su crudeza literaria, cómo las palabras se devoran, como caníbales, a sí mismas. Entonces, ¿qué saca el lector en claro? Pues que la novela es un vómito neurótico sin solución de éxito en donde reina la oscuridad, el deseo, y la violencia sin control ni freno. La novela, por ello, parece manejarse en toda su integridad sin un orden consciente, pues ES la pesadilla soñada por el narrador y, por ende, el desorden liberado donde el subconsciente campa a sus anchas y es kafkiana y absurda, pues la piedad final que parece asumir el padre por la violencia del hijo, no es más que el narrador sufriendo la pesadilla de la cual quiere escapar. Si la novela nace despertando de la pesadilla, el final donde el padre le habla es el último estadio antes de despertar. El final es el momento antes del inicio de la novela. Brillante idea que Joyce utilizó en Finnegans Wake, por cierto. |
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REFERENCIA Y AUTOR: «El sonido lacónico de las balas»
FORMATOS DISPONIBLES: EPUB,FB2,MOBI