El Secreto del Hombre Solitario, Grazia Deledda

[Il segreto dell’uomo solitario]. No­vela de Grazia Deledda (1875-1936), publi­cada en 1921. El protagonista, Cristiano, vive solo en una campiña solitaria sobre la orilla del mar. Quién es, qué busca, cuál es su «secreto», no lo sabremos hasta las últimas páginas de la novela.

Ghiana, una joven campesina que tiene a su marido en Australia, desde un caserío próximo viene con frecuencia a casa de Cristiano para venderle huevos, manteca y algún que otro pollo. De cuando en cuando él la entretiene más de la cuenta; pero no es el amor, es el instinto del joven que se desahoga y aquieta. Ninguna otra cosa interrumpe la soledad de Cristiano. Desea únicamente es­tar solo, olvidar. Cierto día, Cristiano ve llegar gente nueva cerca de su casa. Y re­nacen en él los suplicios y las inquietudes. Próxima a su casa, ve cómo se levanta otra; la habitarán muy pronto una joven y bella esposa y su viejo marido, enfermo y loco. Aunque a disgusto y entre dudas, Cristiano, obligado y a la fuerza, termina por entrar en la intimidad de la vecina familia. Una noche que el enfermo, domi­nado por manía suicida, consigue escapar por la llanura, Cristiano ayuda a sus deses­perados vecinos a buscarlo; en otras oca­siones se presta a asistir al enfermo.

La mujer ama a su marido enfermo, pero a la vez ama la vida, la vida entera y plena de mujer joven y bella, que no le es dado vi­vir. Y Cristiano, no obstante las repugnan­cias y los temores, a causa del trato con la joven esposa, gradualmente siente nacer en él, correspondidos, la piedad y el amor. Y he aquí que su soledad se colma, rompiéndose su frialdad voluntaria y desesperada de hombre que ha querido morir antes de que llegara su hora. Observa, vigila este renacimiento, contento pero a la vez asus­tado. Cuando muere el viejo marido loco, Sarina, la joven esposa, y Cristiano deciden vivir libres, a la faz del mundo, con su amor: se casarán. Pero antes Cristiano quie­re que la mujer sepa su «secreto»; y le cuenta su historia. Refiere su juventud ári­da y pobre, de «intelectual» que en vano, sin verdaderamente vivir nada, lo compren­de todo; su matrimonio con una mujer rica, pero más vieja que él; sus suplicios, sus dolores de atormentador y de atormentado en el amor, hasta que enloquece. Éste es el secreto del hombre solitario: ocho años de manicomio. Cuando sale del manicomio — mientras tanto, su mujer había muerto — Cristiano huye de los hombres y se refugia en la campiña. Esto Sarina debe comprenderlo: ella, que ha vivido los años de su juventud asistiendo al viejo marido demen­te, amando a Cristiano, quizá renueva su suerte. La mujer, combatida entre su ins­tintiva inclinación a la vida y al amor hacia Cristiano, intenta la prueba suprema: de noche va a ofrecérsele: comienza así su nueva existencia.

Pero Cristiano, presa ya de su terror, la rechaza llorando, y le repite la angustia y la amenaza de su lo­cura con tanta desesperación y tanta pena, que ya parece revivirla. A la mañana si­guiente, la mujer ha desaparecido del lu­gar: Cristiano está de nuevo solo. Y cuan­do se entera que de su amor con la cam­pesina, con Ghiana, ha nacido una cria­tura, «un día, pasado el primer ímpetu de dolor y de desdén, va en busca de su hijo». Historia breve y rápida: la novela de Cris­tiano y de Sarina se desarrolla, se reduce y precipita en unas pocas páginas, más para dar lugar al juego de elementos líricos y dramáticos que para analizarlos en un lento proceso narrativo. Es una de las mejores creaciones de la segunda etapa literaria de Deledda, que en 1926 logró el Premio Nobel.

P. Pancraci

Hay siempre un momento en sus novelas en que el drama, de local, se hace humano y universal; y si no tiene el vigor de las páginas de Verga, se encuentra en ellas una agudeza psicológica que causa admiración. (F. Flora)