[Il re Torrismondo]. Tragedia de Torquato Tasso (1544- 1595), comenzada con el título de Galealto, rey de Noruega, en 1574, y reelaborada y terminada en 1586.
Turismundo, rey de Gotia, por la gran amistad que le une con Germondo, rey de Suecia, que ama a Al- vida, hija del rey de Noruega, pero que no puede pedirla al padre, su mortal enemigo, se presenta él mismo a pedirla para esposa suya, proponiéndose llevarla a su palacio y allí cedérsela a su amigo: pero durante el viaje de vuelta, turbado por las gracias y el afecto de ella, que le cree su prometido, la posee, y ya el remordimiento no le deja tener paz. Para reparar su propia culpa, querría casar a su amigo con su hermana Rosmunda, pero descubre que su verdadera hermana no es Rosmunda, sino Alvida, que de niña fue abandonada y sustituida en la cuna a causa de la funesta predicción de unas ninfas. Alvida, creyendo haber perdido el amor de Turismundo, que la exhorta a olvidarle, se mata, y él, desesperado, pone fin a sus días.
Con esta tragedia, Torquato Tasso se propuso, según los preceptos de la poética de su tiempo, seguidos por él en la Jerusalén libertada (v.) y aún más en la Jerusalén conquistada (v.), reproducir con nuevo ropaje una insigne obra de la Antigüedad, el Edipo Rey (v.), de Sófocles: por eso ha superpuesto la tragedia del incesto y la peripecia derivada del reconocimiento de la verdadera personalidad de Alvida a un drama auténticamente sentido por él y realizado con toques felices: el conflicto de les sentimientos del joven, que a su pesar traiciona al amigo. En este drama, que se encuentra ya en los fragmentos del Galealto, son dignos de recordarse los acentos desolados con que termina la tragedia y, sobre todo, el último coro, canto de la vanidad de las cosas humanas, destinadas a la ruina y a la nada, fuerte expresión de la tristeza sin consuelo que dominaba siempre el ánimo del poeta.
M. Fubini
Torquato Tasso intentó también la tragedia clásica, y, a imitación de Edipo Rey, escribió su Turismundo. Pero Italia no tendrá nunca más la potencia de producir ni lo heroico ni lo trágico, y allí sólo tiene vida lo que era vivo en el poeta y en su tiempo: el elemento elegiaco, máximo en los coros. (De Sanctis)