El Monumento Ancirano, Augusto

[Monumentum, Ancyranum-Res gestae Divi Au­gusti]. Una gran inscripción bilingüe en el antiguo templo de Augusto y de la dio­sa Roma, en Ancira, capital de la Galacia, nos ha conservado una copia de la sucinta historia que Augusto (63 a. de C.) escri­bió de sus empresas, ordenando que después de su muerte fuese grabada en columnas de bronce delante del mausoleo que mandó construir para él y para los suyos en el año 28 a. de C., entre el Tíber y la Vía Flaminia.

Difundido después de la muerte de Augusto, sobre todo en Oriente, donde la divinización de los príncipes era cosa usual, este texto fue encontrado, aunque muy fragmentario y sólo en la versión griega, en Apolonia, otra ciudad de Galacia, y en latín, en las excavaciones del foro de Antioquía de Pisidia. Acerca de la na­turaleza y las finalidades de este documen­to se ha discutido largamente: con él, Au­gusto, narrando desde su punto de vista las primiciales vicisitudes de su vida, quiso eternizar su memoria, justificando, al mis­mo tiempo, su móvil y sus finalidades. Se trata, pues, de un escrito de gran impor­tancia histórica para quien quiera compren­der las íntimas razones de la política de Augusto, los sentimientos que más profun­damente agitaban su ánimo, los fines que se proponía. El documento contiene, en conjunto, 35 capítulos, grabados en latín en el interior de la pronaos del templo de Ancira, y en griego sobre 19 columnas en la pared de la derecha de la cela, de ma­nera que las lagunas de un texto se pue­den, en su mayoría, completar con el otro; va precedido tanto en Ancira como en An­tioquía de un breve prefacio añadido por la persona que — probablemente fue Tibe­rio — después de la muerte de Augusto se ocupó en difundir el documento.

Éste se puede dividir en tres partes, la primera de las cuales (cap. I-XIV) trata de los honores tributados a Augusto; la segunda (caps. XV-XXIV), de sus gastos en favor del Estado; la tercera (caps. XXV-XXXV), de sus empresas en la paz y en la guerra, sin alusión a las derrotas ni a sus tristes vicisitudes familiares, y acaba con un apén­dice, ciertamente no original, de cuatro breves capítulos, que resumen los gastos efectuados por Augusto en beneficio públi­co, particularmente en favor de las colonias.

C. Schick