El Libro de Mara, Ada Negri

[II libro di Mara]. Publicada en 1919, es considerada como la obra maestra de Ada Negri (1870-1945), aquella en que la poetisa ha expresado me­jor su dolorosa experiencia humana con la ruda inmediatez y vehemencia que es uno de los aspectos más singulares de su poe­sía. Artista instintiva, que se vale, casi ex­clusivamente, de virtudes innatas, puede decirse de ella como de la Naturaleza que es una ciega que anda a tientas pero que no tropieza nunca. Como toda la obra de Ada Negri, también este volumen de poesías es una declarada autobiografía.

Rotas las re­jas de la prisión dorada, donde la sed de vivir y la juvenil inexperiencia la habían encerrado, se entrega a construir por sí misma su propia vida, despreciando las con­veniencias de la pequeña burguesía, de aquel mundo que ella aborrece; mirando a lo esencial, buscando el único bien que su alma había anhelado siempre. En el umbral de su juventud, se le presenta el único ser que su alma había deseado siempre; y es grande en ella la angustia de perder esa felicidad que la satisface plenamente, aho­ra, cuando alguna hebra blanca señala su negra cabellera, y en su alma se prolongan angustiadas los sombras del ocaso. No se atreve casi a creerse a sí misma, tan gran­de es su felicidad. Y he aquí que la muerte repentinamente le arrebata todo su bien; el amado, que cae de una altura, invocando en un grito supremo el nombre de ella y se estrella contra el suelo. El abismo de desesperación en que se ha sumido no puede remediarse al instante; se descubre cuando la primera amargura es vencida. El llanto sumiso del amor desesperado, y los gritos del insatisfecho desde las invocaciones y las añoranzas, los repentinos recuerdos y los quedos coloquios con la sombra de su ama­do, se alternan en el libro, diario de amor y canto fúnebre a un mismo tiempo.

Abru­mada por la abundancia de recuerdos, arro­llada por la ola del ciego dolor, no siempre consigue rehacerse y dominar su ánimo, comprimir el llanto y filtrarlo, para escu­char el oculto motivo del canto liberador. Esta obra ciertamente sincera, pero no siem­pre artísticamente vigilada, ofrece exube­rancias y depresiones de tono. Quien lea «Aceptación» [«Accettazione»] verá fácil­mente cómo esta poesía, liberada de la hin­chazón oratoria de las cinco primeras estro­fas, gana en eficacia. Y se pueden señalar otras muchas en este sentido; pero esto no quita que el libro y su humano dolor hayan conmovido a muchas almas. Más a menudo, en lugar de andar a tientas buscando la ex­presión, la autora llega a encontrarse con una especie de fatalismo, en medio de un vacío espiritual (cfr. «O tardi venuto»). Pero el lector puede escoger por sí mismo las muchas poesías en que poco o nada queda por desear, y en que la emoción aflora sosegada sobre la límpida forma, como en «Dialogo», «II muro», «II colloquio», etc.

G. Franceschini