[Il Giuba esplorato]. Diario de Vittorio Bottego (1860-1897), publicado en 1895. Mientras en el África austral y central fueron numerosas las exploraciones llevadas a cabo en la primera mitad del siglo XIX, para estudiar el curso de los principales ríos, en el África oriental, tanto el Juba como el Uebi Schebeli no habían sido todavía explorados a fondo.
Con este objeto fue organizada por la Sociedad Geográfica Italiana una expedición para explorar el curso del Juba, sus fuentes y sus afluentes. Salidos de Italia en octubre de 1892, Vittorio Bottego y su ayudante Matteo Grixoni llegan a Eritrea, donde enrolan a gentes del país, somalíes, abisinios y sudaneses. En Beberá, por haber pasado cerca de una zona atacada por el cólera, son puestos en cuarentena en un lugar desértico. Reemprendido el viaje hacia el interior del Ogaden, y a pesar de las dificultades creadas por el clima tórrido y la hostilidad de los indígenas, continúan hasta Imi, donde son acogidos hospitalariamente por el sultán. Desde aquí la expedición inicia la marcha por países desconocidos, encontrando una abrupta cadena de montañas que salvan con dificultad. Pasados los montes, muchos miembros de la expedición son atacados por la malaria; por otra parte, se ven precisados a combatir con los galos. Pero Bottego no se amilana. Al llegar al río Ganale Doria, envía un destacamento al mando del capitán Matteo Grixoni en busca de socorro.
Bottego se interna con los hombres que le quedan en el Ganale Guddá, y continúa remontando el río, que en su parte superior se abre camino entre ásperas y escarpadas montañas, y consigue seguir su curso hasta las faldas del monte Faches. No pudiendo resistir por más tiempo, los continuos ataques de los galos, el explorador italiano se ve precisado a emprender el camino de regreso a lo largo del Ganale Doria. Después de atravesar parte del Borran alcanza al Daua Parma, tercero de los afluentes que en el curso inferior forman el Juba, llegando hasta el 6o de latitud norte, y vuelve al Ganale manteniendo una ‘marcha terrible por la falta de comida y de agua. Para llegar a la costa es necesario abrirse paso en la intrincada selva virgen que se extiende en las orillas del Juba. Por fin llega a Lugh y después a Brava, en la costa, donde termina la expedición. Bottego no tiene la elocuencia de un Stanley, ni la inspirada palabra de un Livingstone, pero con su sencillez de estilo consigue revivir con suma eficacia expresiva su empresa, que no es por ningún concepto inferior, en importancia, a las de los dos precedentes exploradores africanos.
F. Dusi