Once amigos madrileños pertenecientes a una clase social modesta —trabajan en cafeterías, granjas y fábricas— deciden pasar un soleado domingo de agosto a orillas del río Jarama. Dejan todas sus pertenencias en la taberna de Mauricio, donde los habituales parroquianos discuten sobre temas intranscendentes, beben y juegan a las cartas, bajan al río para bañarse, pasear, hablar y beber.
Al mediodía regresan a la taberna a recoger la comida, pero mientras comen se produce una pequeña pelea a causa de la falta de pareja de uno de los excursionistas, que intentan disimular su aburrimiento y fastidio. Por la tarde, los once jóvenes amigos se separan: un grupo decide subir al jardín de la venta a bailar, y el resto prefiere continuar a orillas del Jarama.
A Lucita, la chica más tímida del grupo, le apetece volverse a bañar pero sufre un desmayo y muere ahogada. Después de levantar el acta de defunción y depositar el cuerpo en el depósito del cementerio, donde deberán practicarle la autopsia, el resto del grupo regresa a Madrid, totalmente sobrecogido, para continuar con su vida.