El Inspector, Nicolás Vasilievič Gogol

[Revizor]. Comedia en cinco actos del escritor ruso Nicolás Vasilievič Gogol (1809-1852), representada en San Petersburgo en 1836. Tiene como epí­grafe el refrán «No eches la culpa al espejo si tu cara es torcida». La trama fue sugerida a Gogol por el poeta Puskin.

En una pequeña ciudad de provincia se esparce la noticia de la llegada de un inspector general, voz que despierta gran alarma, dada la corrupción que reina en todas las oficinas. Creyendo reconocer en un joven libertino, Chlestakov, que se aloja durante aquellos días en la posada del pueblo, al temido inspector, todos a porfía procuran conquistar su benevolen­cia. Sin comprender bien de qué se trata, él joven se aprovecha de ello, aceptando fiestas, regalos, dinero: llega incluso a prometerse con la hija del alcalde del lugar. Toda la intriga se desarrolla rápidamente, porque el falso inspector, temiendo compli­caciones, se aleja con el pretexto de ir a casa de su padre para pedir su consentimiento a la boda. El error se revela por fin a través de la violación de la correspondencia epis­tolar por parte del oficial de correos y con la noticia de que el verdadero inspector ha llegado para su investigación.

Además de su incomparable perfección artística en la descripción de los tipos, caracteres y ambientes, hay que tener presente en el Ins­pector la significación social que en su tiempo tuvo, en cuanto que la comedia le­vantó una tempestad de protestas y de crí­ticas. Los tipos representados estaban a la vista de todos, y el tono de la caricatura no hacía más que acentuar los lados negativos de su existencia, que era la de la burocracia rusa. Hoy, este valor social ha pasado a segundo término, y para el lector y el espectador modernos mucho mayores resul­tan los méritos artísticos que hacen de la comedia una obra eternamente viva. [Tra­ducción española de G. Portnoff (Madrid, 1931) y de Irene Tchernowa en Obras com­pletas (Madrid, 1951)].

E. Lo Gatto