El Hombre Delincuente en Relación con la Antropología, la Jurisprudencia y las Disciplinas Carcelarias, Cesare Lombroso

[L’uomo delinquente, in rapporto all’Antropología, alia Giurisprudenza ed alie Discipline carcerarie]. Obra fundamental de la Escuela italiana de antropología criminal, del psiquiatra Cesare Lombroso (1835-1909), publicada prime­ro en 1876, y de nuevo en 1889, enriquecida por nuevas investigaciones. Un tercer volu­men fue publicado en 1896.

A diferencia de la escuela clásica de criminología, que consi­deraba el delito abstrayéndolo del reo, y juzgándolo sólo como un incidente en la vida de su autor, aunque los alienistas reco­nocieron ya en muchos casos la imposibili­dad de delimitar las zonas de la locura y del delito, la nueva escuela antropológica de Lombroso fue la primera en demostrar, a través de numerosas investigaciones y estu­dios, que el delincuente constituye un tipo especial antropológico: se presenta con ano­malías físicas, anatómicas y funcionales más numerosas y graves que en el hombre mo­ralmente normal, en relación con las’ des­viaciones morales de la conducta; lo cual hace inducir un nexo causal entre tal estruc­tura anormal y las anomalías morales. El delito y la etiología del delito (estudiada en función de los meteoros, clima, orogra­fía, geología, raza, alimentación, alcoholis­mo, instrucción, influencias religiosas, educa­tivas, carcelarias, etc.) exigen una especial profilaxis y terapia, y métodos de defensa social y conjuntamente de regeneración del reo.

Máxima importancia asigna el autor a la correspondencia entre los «caracteres de­generativos» y las formas ancestrales «atá­vicas», que aparecen normalmente en el feto, que generalmente evolucionan o se transforman, pero alguna vez se fijan y mantienen en el adulto: referencia atávica extendida también a los fenómenos psíqui­cos: impulsividad, irritabilidad fisiopsíquica; repugnancia a un trabajo continuado y disciplinado. A esta influencia atávica Lombroso añade, en la génesis directa de las anomalías, un elemento puramente morboso como causa determinante: la epilepsia (su escuela agregará también la sífilis y el cre­tinismo). En el primer volumen estudia «la embriología del delito», esto es, el delito en su estado primitivo y naciente; «la ana­tomía patológica y la antropometría del delito» (con la conclusión de la anomalía del tipo anatómico y fisionómico del delin­cuente); la «biología y psicología del de­lincuente nato» (tatuaje y suicidio en los delincuentes; reincidencia y moral de los delincuentes; su religión; inteligencia e ins­trucción; jerga, pictografía, escritura, ges­tos, etc.). Llega a la conclusión de que el criminal es el hombre salvaje, y a la vez enfermo; los delincuentes natos son locos morales y epilépticos; la enfermedad, la de­generación, la monstruosidad, el atavismo, son los caracteres más constantes de los delincuentes natos.

El delito, en suma, apa­rece, a través de las estadísticas y del examen antropológico} como un fenómeno tan natural como el nacimiento, la muerte, la concepción, las enfermedades mentales, de las cuales es con frecuencia una triste va­riante. La maldad es verdaderamente «bru­tal». El segundo volumen trata en sus pri­meras tres partes del delincuente: epilépti­co, impulsivo, loco y criminaloide. Del epi­léptico se estudian los caracteres y su ana­logía con el criminalnato, las diferencias y responsabilidad de los epilépticos, el ata­vismo, etc. De los delincuentes «impulsivos o pasionales» (fuerza irresistible) se estudian las características, y las diferencias con los reos natos, las analogías con los epi­lépticos, etc. También del «delincuente loco» se estudia la analogía, en los movimientos y procedimientos criminosos, con el reo  nato. En todos los locos criminales emerge la frecuencia de las formas epileptoides: y para ellos, tan peligrosos, se reclama la necesidad, en pro de una defensa social, de un tratamiento como delincuentes. Separa­damente se hace un estudio de los delin­cuentes ocasionales: los pseudocriminales, los criminaloides, los epileptoides.

El tercer volumen de la obra está enteramente dedi­cado a la Etiología, la Profilaxis y Terapia del delito. En el último capítulo: «La utili­zación del delito. Simbiosis», encontramos un juicio que se puede destacar como con­clusión de la obra: «El nuevo camino… que este libro ha preparado en parte… es el de crear instituciones que nos permitan utili­zar al delincuente al igual que al hombre honrado, con ventaja para ambos…: el de­lito muchas veces nos puede revelar dónde anida mayormente la plaga social…, y por tanto indicarnos dónde deben converger nuestros cuidados profilácticos. Está próxi­mo el tiempo en que la sociedad encontrará el modo de hacer vivir, con un oportuno cuidado simbiótico, al criminaloide entre los adelantos de la civilización progresiva, no sólo soportándolo, sino también utilizándolo para su propia ventaja». La viva oposición a las ideas de Lombroso y su escuela no se ha apaciguado todavía, especialmente por lo que hace a la desvaloración de las fuer­zas morales del individuo, y del principio de la responsabilidad basada sobre la liber­tad: pero no obstante han ejercido una vas­ta influencia no sólo teórica sino también práctica y reformadora, en todas las na­ciones. G. Pioli