[Timar Virgil fia]. Novela del escritor húngaro Mihály Babits (1883-1941), publicada en 1922. El protagonista, Virgilio Timár, es un docto cistercíense, un sabio y un santo, que vive tranquilo, piadoso y puro, en compañía de sus autores latinos favoritos, lejos incluso de la vida del claustro. Pero uno de sus más queridos discípulos pierde a su madre, y Timár se siente llamado de repente por sus deberes de hombre; el muchacho está solo en el mundo, y él no vacila en tomarlo a su cargo, haciéndole de padre. Este nuevo sentimiento le absorbe de tal manera, que se desinteresa de todo lo que no sea aquel muchacho, su hijo espiritual. Al principio también el jovencito se siente atraído por el encanto de las nuevas relaciones nacidas entre él y el venerado profesor, pero lentamente va aborreciendo aquel amor vigilante y exclusivo, y siente nacer en su pecho la rebelión. En este momento se presenta el padre natural, un altanero y cínico periodista de la capital que, después de una existencia disoluta, ahora que es viejo, quiere concederse el lujo de una última y reposante experiencia, la de la paternidad, y pasa a recoger a su hijo. El jovencito sigue contento a este hombre que tiene todos los atractivos de una briosa inteligencia y de una palabra fácil, que le promete la vida en el gran mundo y hacia el que se siente además atraído por los vínculos de la sangre. Virgilio Timár se queda solo y, de repente, se da cuenta de su pecado: se desvió del camino del Señor, ha permitido que en su corazón prevaleciera un amor terrenal y exclusivo por una criatura; ahora no le queda más que un único amor: el de Dios.
Estudio de psicología doloroso y difícil, historia de un alma, según el gusto de Babits, la novela dramatiza la antítesis entre el amor de Dios y el amor humano, poniendo en contraste dos hombres opuestos por alma y cultura, uno vuelto hacia una realidad interior y celestial, el otro arraigado en un hedonismo intelectual que no busca en los afectos una verdadera comunión, como la buscaba Virgilio Timár en su paternidad espiritual, sino experiencias egoístas. Babits quiso también subrayar la sustancia espiritual y religiosa del drama, colocándolo fuera de los esquemas habituales en los que el amor terrenal es identificado con el amor hacia la mujer.
M. Benedek