[Mysterium Magnum]. Comentario espiritual alegoricofilosófico del Génesis (v.), la obra más vasta y de mayor amplitud de visión del místico alemán Jakob Böhme, o Behmen (1575- 1624), compuesta aproximadamente en 1618- 1623.
«Si ves una estrella, un animal, una planta, o cualquier otro ser, guárdate de pensar que el creador de todas estas cosas se encuentra lejos de ti, más arriba de las estrellas: se halla en la misma cosa. Cuando ves los abismos, las estrellas, la tierra, ves a tu Dios: y tú mismo tienes en él el ser y la vida». Podemos escoger estas palabras de Böhme como motivo fundamental del Gran Misterio: Dios no es la meta de la vida religiosa, el Ser en que el ansia de ésta se aplaca y acaba, sino que es la misma validez universal de la vida religiosa, el principio de su movimiento y de su problematicidad interior que en él no se resuelve, sino que se sublima. La pasión del alma es la vida de Dios. La religiosidad deja de ser una actitud del alma para ser esencia universal del mundo. El «Mysterium Magnum» es el momento de separación de la Naturaleza de Dios. En las criaturas se equilibran o contraponen los distintos momentos de la emanación de Dios; cada criatura está atravesada por el soplo de la vida divina; en todo ser, el bien y el mal, la luz y la obscuridad, se alternan o se combaten; y esta lucha no es otra cosa que la misma forma de la vida divina que se aleja de sí para volver eternamente a sí de nuevo. Este proceso de la voluntad separada de las criaturas que vuelve a Dios, es el sentido de la historia del mundo en que vivimos y en el que se cumple nuestro destino. Los movimientos de la vida religiosa son elevados, en el pensamiento de Böhme, a momentos de la realidad: espíritu viviente, eterna revelación de Dios en que se disuelven los aspectos individuales del ser y de la voluntad.
La razón se pregunta por qué Dios ha creado una vida dolorosa, por qué permite una voluntad contraria, por qué no destruye el mal; la intuición mística contesta que ninguna cosa se puede revelar a sí misma sin oposición, ya que cuando no tiene nada que se le oponga, se vierte hacia el exterior, no vuelve a sí misma, y, por lo tanto, nada sabe acerca de su origen. De no haber en la vida ninguna oposición ni fin, nunca se hubiera planteado el problema de su principio, y el Dios escondido permanecería desconocido a la vida natural. De ahí que en el alma surjan la lucha, la angustia y el conflicto de la voluntad, de manera que ésta tiende de nuevo a la anulación de los sentidos, y de las penas del conflicto, de la lucha y de la angustia vuelve a la paz eterna, a Dios, allá de donde había salido. Es éste el «Mysterium Magnum» de la emanación de todas las cosas, del bien y del mal, amor^ y dolor, desde la voluntad divina.
La Razón, neciamente, cree que no hay Salvador — ya que el bueno languidece en el dolor y camina hacia la muerte al lado del impío—: y no sabe que el sabio se salva por sí mismo y se libra de la necedad originaria por el mismo proceso de su querer a través del sufrimiento y la lucha con el impío, profundiza en sí mismo y renace en su primera condición originaria en el querer de Dios. El conflicto continúa entre la «Razón», que quiere saber «de qué manera puede ser concebida la presencia de Dios en la vida» y de qué manera puede «hundirse con la decaída voluntad de vida en el Uno supersensible, originario, eterno… y volverse a unir con el principio del que brotó la vida», y la intuición mística del Mysterium Magnum, extrinsecación y reflejo objetivo de la sabiduría divina, sobre lo cual Böhme medita amplia y profundamente en los capítulos siguientes —r tomando como punto de partida el texto del Génesis—, y contempla cómo todo está permitido en Dios y por Dios; cómo Dios está cerca de todas las cosas, llenándolo todo; y para qué fin fue creada la criatura de este mundo; y por qué motivo han aparecido la alegría y el dolor; y de qué manera la eterna voluntad de Dios se traspasa al exterior de la sensibilidad para volver de nuevo al interior de la unidad. Los últimos quince capítulos de la vasta obra — obscura en su comienzo, pero progresivamente y cada vez más clara — contienen toda la interpretación alegórica – filosófica – religiosa de la historia de José (por lo demás muy transparente), de la que más de una vez Böhme dice que es «la más bella parábola de la redención». La formación de Böhme, basada en su expresión sobre un profundo conocimiento de la Biblia, de las doctrinas místicas y las corrientes evangélicas iluministas, las de Paracelso y Schwenkfeld, fue animada por una poderosa «illuminatio interior» a la que debió su originalidad. Tuvo numerosos partidarios, especialmente en alemania por obra del Romanticismo a principios del siglo XIX.
G. Pioli
Böhme, como poeta, casi supera a Klopstock, a Milton y aun a Dante en la plenitud de la fantasía y en la profundidad del sentimiento. (F. Schlegel)