[Le cocu magnifique]. Esta famosa pieza de Fernand Crommelynck (n. 1885) fue representada por primera vez en París el 18 de diciembre de 1920, en el teatro L’Œuvre, corriendo a cargo de Regina Camier y Lugné-Poe la interpretación de los principales papeles. La producción dramática de Crommelynck es una de las cimas del teatro contemporáneo, en donde se integran piezas hoy célebres, como Tripas de oro, Los Amantes pueriles, Carine, etc., y en la que, sin duda, el Gran cornudo se destaca como la obra maestra.
En ella, se nos plantea de un modo nuevo el eterno drama de los celos, que vemos surgir a través del más gran amor como si no tuviera lógicamente ninguna plausible razón de ser y sólo fuese auténtico a lo largo de su trágico desarrollo en el pensamiento — un pensamiento hecho carne— del personaje Bruno. Su esposa le ama y le es fiel. Y esta fidelidad se convertirá incluso en la esencial inquietud de Bruno. El autor encerrará el inmenso amor de Stella y de Bruno en un diálogo íntimo entre ellos dos solos, que, en realidad, se trata de un largo monólogo interior a cargo por entero de Bruno. La escena del inolvidable coloquio entre Bruno y su secretario Estrugo es, en este sentido, la más pura ilustración dramática. Las misivas que imaginarios amantes dirigen a Stella es incluso Bruno quien las dicta, y la pasividad de Stella dándose a otro hombre para obedecer a Bruno sólo es también ficción, que encuentra su desenlace en la risa terrible y escéptica de este último. La intensidad humana del Gran cornudo, formulada a través de un lenguaje poético por pocos entendido, sublevó a la crítica, dando pie a escándalos y protestas. Pero el éxito de Le cocu magnifique fue tal, que ningún otro ha podido comparársele desde entonces en Francia.