El Gerotricamerón, Alessandro Maria Bandiera

[Il gerotricamerone]. Con un nombre «proceloso y sesqui­pedal», como dice Giuseppe Parini, el pa­dre sienés Alessandro Maria Bandiera, de los Siervos de María (1699-1770) publicó en 1745 una obra mediante la cual se proponía presentar una colección de narracio­nes sacras «a modo de conferencias espi­rituales». Tales narraciones son recitadas por diez jóvenes cultos, en tres jornadas, de forma que la obra completa resulta com­puesta por treinta cuentos.

Aparece mani­fiesta la intención del autor de redactar una obra, imitando el Decamerón (v.) de Boccacio, que se contraponga al contenido pro­fano de las novelas boccaccianas y, al mis­mo tiempo, ofrezca la manera de «aprender la prosa toscana en un argumento honesto y piadoso». Así, en las diez novelas de la primera jornada, bajo la dirección de Eu­genio, «joven de elevada cuna», se habla de José en Egipto, del sacrificio de Isaac, de Judit y Holofernes, de David y Goliat, de Josué en la toma de Jericó, de la destruc­ción de Sodoma y Gomorra, de Elias ven­ciendo al idólatra Acab, de Acab y Josafat en el asedio de Ranat y de los milagros lle­vados a cabo por Elias entre los sidonios. En la segunda jornada, bajo la dirección de Entasso, las narraciones sagradas exponen y comentan las diversas virtudes correspondientes a la observancia de «algún divino precepto». Los diez jóvenes habitantes de la apartada villa, a la que se habían reti­rado para mejor cumplir sus actos de pie­dad, reanudan sus relatos sobre la casta Susana, los siete Macabeos, Eleazar, el suplicio de Ananias, Misael y Azarías; se detienen en los detalles de la leyenda de Daniel en la cueva de los leones, de Jonás en el vien­tre de la ballena, de la fidelidad de David hacia Saúl, y repiten las admirables y bien conocidas pruebas de piedad y paciencia de Job, el encuentro de la Magdalena con Je­sús y la pasión de Cristo. En la tercera jornada los argumentos procuran servir de estímulo para rehuir el vicio y abrazar la virtud.

El autor va guiado por el propósito de «hacer una obra en la pura lengua ita­liana, es decir, toscana», para poner de ma­yor relieve «las riquezas del lenguaje flo­rentino», pero su estilo, con la fría mo­notonía del conjunto, resulta un tanto pedantesco.

G. Fantuzzi