El Gabinete de Antigüedades, Honoré de Balzac

[Le cabinet des antiques]. Narración de Honoré de Balzac (1799-1850), publicada en 1838, y reunida con la novela corta La solterona (v.), bajo el título común de Las rivalidades. La acción se desarrolla por los años de la Restauración en una pequeña ciudad cuyo nombre silencia el autor, y es símbolo del vasto drama de la antigua nobleza provinciana, arruina­da por la Revolución, hostigada por Napo­león, a quien no habían querido aproximarse, descuidada por los Borbones a su retorno, inquebrantablemente fiel a los principios tradicionales, y tratando de ig­norar el cambio de los tiempos y del curso de la historia; empeñada en derrochar te­soros de virtudes y las más nobles cualida­des defendiendo los últimos reductos de una posición social ya insostenible. El viejo marqués d’Esgrignon es el jefe del partido de los nobles, los cuales suelen reunirse en su casa, en un salón de la planta baja, del que desde hace más de un siglo no ha efectuado cambio alguno y que, por tanto, ofrece a los habitantes de la ciudad, que miran a través de las ventanas, un espec­táculo que justifica el cruel sobrenombre de «Gabinete de antigüedades».

El marqués d’Esgrignon, a pesar de sus estoicos esfuer­zos para salvar las apariencias, está casi reducido a la miseria. Una hermana suya, mucho menor que él, ha sido pedida en ma­trimonio por un rico advenedizo, Du Croisier, que ha sido rechazado con desprecio. Du Croisier jura vengarse, y sigue obstina­damente las acciones del hijo del marqués, el joven Victurnien, apuesto y audaz, pero débil de carácter, vicioso y demasiado amante del lujo. Victurnien es enviado a París para buscar fortuna en la Corte. Allí se enamora de la duquesa Manfrignense, disipa su peculio en breve tiempo, y víctima de las maquinaciones de Du Croisier, quien indirectamente hace que le presten dinero, comete una falsificación y se halla impli­cado en un grave proceso. Maitre Chesnel, el fiel notario de d’Esgrignon, se pone de acuerdo con la tía del joven, y también con la duquesa de Manfrignense, la cual inter­viene de una manera completamente nove­lesca, y consigue salvarlo oponiendo intriga contra intriga; pero la quiebra del joven resulta fatal para el viejo marqués. Muerto su padre, Victurnien se allana a pedir perdón a su enemigo deseoso de dignificar a su propia familia, y se casa con una so­brina de éste.

Esta obra, en toda su pri­mera parte, predominantemente descripti­va, y por algunos vastos cuadros de cos­tumbres, es casi una obra maestra. Pero la aventura del joven Victurnien resulta ex­cesivamente desarrollada a base de elemen­tos fantásticos y casi policiacos, que repre­senta el peligro de tantas narraciones de Balzac ; y hasta el estilo llega a menudo a perder en esta obra su mesurada energía para hacerse recargado, como siempre que suelta demasiado su natural exuberancia.

M. Bonfantini