[The Federalist]. Serie de 85 artículos o «essays», escritos en gran parte (al menos 51) por Alexander Hamilton (1757-1804), gran jurista y estadista, nacido en las Antillas inglesas, que vivió desde el 1772 en las colonias inglesas americanas, a cuya constitución federativa contribuyó grandemente; y en menor número (14, sin contar la colaboración en otros tres con Hamilton) por James Madi- son (1751-1836), después cuarto Presidente de los Estados Unidos; otros cinco por John Jay (1745-1829), y los otros 12 compuestos o por Hamilton o por Madison. Publicados en algunos periódicos de Nueva York, desde el otoño de 1787 a la primavera del 1788, con el fin de persuadir a la población de aquel Estado a que ratificara la constitución de Filadelfia de 1787, que dió forma a la propuesta, hecha primero por Hamilton en 1780, de constituir un sólido gobierno permanente federal de trece Estados Unidos.
La Constitución de Filadelfia no había adoptado en pleno el proyecto de gobierno propuesto por Hamilton o por Madison, contrario al principio de la representación igual de cada Estado particular en el Senado, y favorable al derecho de veto federal a las leyes de los Estados y al nombramiento vitalicio del Gobernador (o Presidente) y de los Senadores; en suma, una vuelta en forma modificada a la Constitución inglesa, y una consolidación de la autoridad federal a expensas de la de los Estados en particular. Sin embargo, los dos escritores principales del Federalista defendían en sus artículos, en bloque, el compromiso representado por la Constitución de Filadelfia, sin dar ninguna muestra de insatisfacción; les parecía que esta Constitución era infinitamente superior a la precedente de 1781 que se demostró incapaz de funcionar y que no había manera de modificar por el momento. El Federalista constituyó el primero, y hasta ahora el más importante, tratado sobre el gobierno federal; también el más original, porque el tipo de gobierno creado por la Constitución de Filadelfia no tenía precedentes, según demuestran los tres artículos (18-20) debidos a la colaboración de Hamilton y de Madison, basados en el estudio del segundo sobre las Confederaciones antiguas y modernas. Tras de cuatro artículos de introducción de Jay, y doce de Hamilton, sobre el valor de la unión como salvaguardia de los peligros internos y externos, se demuestra la necesidad de un Gobierno central fuerte para salvar la Unión, para la defensa común, para la limitación de la autoridad legislativa, para la organización del ejército, y para la imposición de impuestos.
Siguen doce artículos de Madison sobre la mejor forma de gobierno, sobre los poderes conferidos por la Constitución, sobre la restricción de la autoridad de los diversos Estados, y sobre las relaciones entre la autoridad central y la local. Han de atribuirse a Madison y Hamilton los artículos siguientes, especialmente los que tratan sobre las apelaciones al pueblo, sobre la constitución de la Cámara de Representantes y la asignación de éstos a los diversos Estados y cuestiones relativas; en tanto que son de Hamilton los artículos LIX-LXI sobre los poderes del Congreso; a Hamilton o a Madison corresponden los LXII-LXIII, sobre los poderes del Senado; a Jay el LXIV, sobre el mismo tema fundamental. Estos últimos hacen resaltar el inconveniente de confiar a un solo cuerpo las más importantes prerrogativas de la soberanía, formando así una oligarquía, «la más execrable forma de gobierno que la estulticia humana haya constituido jamás». Corresponden a Hamilton todos los artículos siguientes (LXV-LXXXV) sobre el poder ejecutivo y el judicial, contestando a varias objeciones contra la Constitución actual, y por fin el discurso dirigido al público del Estado de Nueva York, para que no espere la utopía de una Constitución perfecta, sino que apruebe ésta, que es la mejor posible en las presentes circunstancias. «El Federalista — escribe Beard — es el mejor estudio existente en todas las lenguas, sobre la interpretación económica de la política… La Constitución, en verdad, no funcionó hasta que las medidas económicas que implicaba… no fueron seguidas». Hamilton había visto después que Hume, que, «toda institución crece y prospera, en proporción a la cantidad y extensión de los medios concentrados para desenvolverla y apoyarla». Guizot pudo escribir sin demasiada exageración, qué «en la Constitución de los Estados Unidos no hay ningún elemento de orden, fuerza y duración que no haya contribuido poderosamente a introducirse y hacerse dominante».
A. P. Marchesini