El Fanfarrón, Philippe Néricault Destouches

[Le glorieux]. Come­dia en cinco actos de Philippe Néricault Destouches (1680-1754), representada en 1732. Lisimon, rico burgués (que por su grosería recuerda el personaje de Turcaret, v.), ha concebido el propósito de dar a su única hija por esposa a un noble, el conde de Trufiére (el «jactancioso»), el cual, lle­no de vanidad, apabulla a todos con su in­solencia, menos a Lisimon, que le planta cara, sintiéndose fuerte con sus millones. Otro aspirante a la mano de la muchacha es el tímido y bobo burgués Philinte, pro­tegido por la madre de la muchacha. De parte del conde también está Lisette, cama­rera de Isabelle, cortejada por el mismo Lisimon y amada seriamente por Valere, hijo de Lisimon. Lisette no tiene familia, pero siente en sí algo que le dice no haber nacido ella para sirvienta. Este instinto suyo le es confirmado por Lycandre, an­ciano mendigo que siempre le ha mostrado afecto y que, apareciendo y desapareciendo de cuando en cuando, jamás ha revelado su personalidad.

En realidad el viejo Lycandre es padre de Lisette, y no sólo de ella sino también del conde; era un poderoso perso­naje de la Corte, caído en desgracia y que se había retirado en la sombra, víctima de grandes intrigas. Esta revelación es hecha al conde: éste, de momento, comprendiendo el golpe que representaría para su orgullo aquel descubrimiento, intenta alejar a su padre. Pero se impone su buena índole: re­nunciará a Isabelle para ocuparse de su nueva familia. Y es precisamente esa deci­sión la que le conquista el corazón de Isa­belle, mientras Lisimon, pensando que su yerno noble y pobre forzosamente había de estar sujeto a él, consiente en la boda. Li­sette, por su parte, se casará con Valére. El carácter y el sentido de la comedia se apo­yan sobre todo en la lucha entre Lisimon y el conde, la nobleza que se apega desespe­radamente a las glorias pasadas y la bur­guesía que, confiada en su dinero, sabe que tiene en su mano el porvenir. El desenlace moral de la obra, con el arrepentimiento del jactancioso, es una concesión hecha al nuevo espíritu de los tiempos, el cual se proponía demostrar que el fondo natural del hombre es siempre bueno.

G. Alloisio