Drama romántico de Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano, duque de Rivas (1791- 1865), publicado en 1842. Desarrolla el tema, ya tradicional en la literatura española, del despertar de un sueño, de una ilusión creada artificialmente: se puede ascender hasta don Juan Manuel («Don Illán y el Arzobispo de Santiago», cuento XI del Conde Lucanor, v.), y como argumento recoge una comedia del siglo XVIII: Sueños hay que lecciones son y efectos del desengaño, no sin influencias de la Vida es sueño (v.) de Calderón de la Barca. Obligado a vivir en una isla solitaria por voluntad de su padre Marcolán, Lisardo está agitado por la melancolía de conocer el mundo. Entonces Marcolán, para curarlo, con un encanto duerme al joven, quien en su sueño prodigioso experimenta todos los placeres y todos los engaños del mundo. Por ansia de poder, olvida el amor puro de la hermosa Zora y se convierte en el instrumento de los odios de una reina que se sirve de él para suprimir al rey. Pero una vez ascendido al trono, Lisardo es víctima de la misma conjura por parte de la reina, que manda encarcelarle y le hace condenar a muerte. En este punto, debido al terror, Lisardo se despierta y renuncia a vivir la vida de los hombres habiéndola conocido suficientemente desde su isla solitaria gracias al sueño prodigioso que le ha procurado su padre.
El drama es uno de los mejores del Romanticismo y del autor: encontramos la misma riqueza y perfección de versos y caracteres, los contrastes violentos, 15 visión viva de todo aquel mundo destinado a ser desmentido, aunque sólo sea soñado y no vivido; encontramos criaturas delicadas como Zora y perversas como la reina; los sueños, las esperanzas, las desilusiones que impulsan gradualmente al protagonista, después de haber deseado tanto la sociedad, a volverse a refugiar en su isla, donde no puede alcanzarle la maldad de los hombres.
E. Lunardi