El Derrumbamiento del Idealismo, Paul Ernst

[Der Zusammenbruch des Idealismus]. Ensayo de crítica política y social del escri­tor alemán Paul Ernst (1866-1933), publica­do en 1919, que, juntamente con otros dos ensayos: El derrumbamiento del Marxismo [Der Zusammenbruch des marocismus, 1919] y los Fundamentos de la nueva sociedad [Die Grundlagen der neuen Gesellschaft, 1921], constituye uno de los más sinto­máticos documentos de la crisis espiritual de alemania después de la caída del impe­rio. Tal vez porque los tres volúmenes no son la obra de un político o de un sociólo­go, sino de un literato y poeta, para el cual es significativa la solución práctica adopta­da personalmente para salvarse de la crisis general que le rodeaba después de la derro­ta, alemana: huyó de la ciudad y, a pesar de continuar escribiendo, hizo de labrador en una modesta propiedad junto a los Al­pes bávaros; y fue un buen campesino, que no escatimó el trabajo de sus manos e «hizo de campesino en serio» de la misma mane­ra que en su vida siempre lo hizo todo «en serio». Fue para él una solución inmejora­ble, que le colocó en la situación simpática e incluso provechosa de un «Cincinato de la república de las letras»; pero no es, evi­dentemente, una solución con la cual pueda resolverse el problema social en un momen­to de catástrofe.

Más que por los funda­mentos indicados a la nueva sociedad, los tres ensayos resultan interesantes como con­fesión personal y como documento. Él mis­mo, en su juventud, había militado en las filas del socialismo, se había exaltado con una orientación revolucionaria e izquier­dista; luego, poco a poco, se había ido separando del movimiento en el que creía poder reconocer, más que una fuerza real­mente constructiva, simplemente «un ul­terior desarrollo del proceso de disolución de la sociedad burguesa»; más que una nueva y mejor ordenación de la vida colec­tiva, simplemente «una ulterior crisis». Por esto, cuando después del desastre de la guerra se produjo la ruina en el interior, quiso alzar la voz en señal de admonición. A su alrededor todo era desmoralización y desorientación. No sólo el Reich se «había desmoronado», sino que también la fe en los ideales se había desvanecido, y el mar­xismo, en el cual la nueva época buscaba la salvación, no era — según la experiencia que él decía haberse cumplido en su inte­rior — otra cosa que «un paso adelante hacia la ruina». Lo que necesitaba el pueblo ale­mán no era romper todos los lazos con el pasado sino buscar con fe en sí mismo la «nueva forma de vida» que alemania nece­sitaba. Luego se produjo el nacionalsocia­lismo que aseguró ser precisamente esta «nueva forma de vida social y política».

Ernst fue entonces aclamado como un pre­cursor. ¿Qué diría ahora, ante el nuevo y más terrible derrumbamiento? Una idea se salva aún de todas las que consideró como base de sus tres ensayos — y no vale sola­mente para alemania—: la afirmación de que un pueblo que no esté irremediable­mente gastado en su propia médula, posee siempre dentro un camino para encontrarse a sí mismo.

G. Gabetti