Diálogo satírico del rétor grecosiríaco Luciano de Samosata (aproximadamente 125-180), escrito en la forma hecha célebre por Platón y Jenofonte, usada también por el filósofo cínico Menipo, más próximo a Luciano por su inspiración. Filón, habiéndose encontrado con su amigo Licino, le ruega le informe de una pendencia de la que él ha sido espectador, como invitado a un banquete en el que participaban filósofos representativos de muchas escuelas diversas: el banquete es comparado por el autor al de los lapitas y centuaros, durante el cual, habiendo intentado los centauros violar a las mujeres de los lapitas, surgió una sangrienta lucha, suscitada, según la leyenda, por Ares, irritado por no haber sido invitado. Los filósofos de las diversas escuelas, hábilmente descritos cada uno con sus características, después de haber comido y bebido en abundancia, entran en pendencia, demostrando ser en realidad muy diferentes de aquel ideal moral que cada uno, en diversa forma, va proponiendo y enseñando a los demás como modelo de vida y, peor aún, mostrándose culpables de los vicios más bajos y vulgares. Da ocasión a la contienda una carta enviada al señor de la casa, Aristeneto, por el filósofo Etemocles, que no ha sido invitado al banquete: recuerdo burlón de la manzana de la discordia que fue causa de la guerra de Troya. Es clara la finalidad del diálogo, dirigido contra los filósofos de la época, que no sabían atenerse a las reglas que con tanto ardor enseñaban. La sátira es aguda y mordaz, el diálogo vivo e inagotable, como es habitual en el autor, el ritmo siempre fluido y la lengua pura.
A. Schick