El Banquero de Bogotá, Robert Montgomery Bird

[The Broker of Bogotá]. Drama en cinco actos del norteamericano Robert Montgomery Bird (1806-1854), representado con éxito en el Bowery Theatre de New York en 1834. Naci­do en New Castle, Delaware, Bird perteneció al pequeño grupo de escritores que inten­taron la creación de una literatura y de un teatro americano, inspirados en temas lo­cales y en la sensibilidad y los problemas de las viejas colonias, que, con esfuerzo, maduraban una conciencia nacional. No ofrece mucha originalidad y eficacia artís­tica, pero sí ingenio, vigor y riqueza de impulsos. El banquero de Bogotá fue la se­gunda obra teatral de Bird después de El Gladiador [The Gladiator]. La acción se desarrolla en Santa Fe de Bogotá. El viejo banquero Febro ha echado de casa a su hijo Ramón que llevaba una vida disipada, y se niega obstinadamente a perdonarle, a pesar del arrepentimiento de éste. Con la debilidad del hijo especula el malvado ami­go Cabarero, induciéndole a robar todo el oro contenido en los sótanos de la casa pa­terna, y poderse casar así con la mujer que ama. En el mismo día Febro, arrepen­tido de su severidad, decide ir a hurtadi­llas a la equívoca taberna donde Ramón se hospeda, llevando consigo dinero para el rescate de las deudas. Cabarero organiza un escándalo, acusando a Febro ante el vi­rrey de haber robado el oro para substraerlo a sus acreedores. Las circunstancias pa­recen todas contra Febro, el cual, afligido por la conducta del hijo y por la desapari­ción de una hija suya, Leonor, bajo el peso de la pública vergüenza, no puede defenderse. Ramón, dudando entre acusar a su padre o revelar su culpa, se mata; Febro muere al saber la noticia, precisamente cuando el noble virrey reconoce su inocen­cia. Para los demás todo acaba bien, ya que se descubre que el raptor de Leonor es el mismo hijo del virrey, que obtiene el perdón paterno y se casa con ella. La obra, escrita mitad en verso y mitad en prosa, abunda en ingenuidades, pasajes bruscos y burdas aproximaciones; pero algunos perso­najes y situaciones son presentados con viva espontaneidad y con eficacia. Sin embargo, no tiene más valor que el puramente histó­rico, por las indicaciones que da sobre las bases culturales del teatro americano en su primer período de desarrollo.

C. Pellizzi