[The Authocrat of the Breakfast Table]. Serie de ensayos novelados publicados en 1857 por el escritor americano Oliver Wendell Holmes (1809-1894), publicados mensualmente en el «Atlantic Monthly». El libro que resultó al reunirlos es hoy uno de los clásicos más apreciados de la literatura americana, y es a la vez la obra más característica de Holmes, que gracias a ella, fue comparado frecuentemente con Charles Lamb. Las doce conversaciones de que consta, se desenvuelven alrededor de la mesa de una pensión, en la que cada uno de los doce personajes representa una actividad diversa, y por tanto un interés distinto o diferente punto de vista sobre las cuestiones de índole general discutidas por el «Autócrata», que es el huésped más autorizado. No falta el idilio entre el Autócrata y una joven maestra. Las bodas de ambos interrumpen las conversaciones, porque la pareja parte para un viaje a Europa. Con semejante asunto, es fácil imaginar la multiplicidad de temas tratados, sobre todo si se tiene en cuenta la versatilidad del escritor y su vasta cultura de hombre de ciencia (Holmes fue médico y enseñó anatomía en la universidad de Harvard) y de literato, que como hijo de un pastor de almas, no carecía de sólida base religiosa, ni de interés por todas las cuestiones teológicas de su tiempo.
Aunque, y sobre todo por la base científica de su mentalidad, Holmes y Lamb se parecen poco, ambos sobresalen al tratar las cuestiones con sencillez y humorismo bonachón; pero, mientras el escritor inglés es como artista gran conocedor de los hombres, Holmes es sólo el descendiente directo de los puritanos: un hombre de ciencia deseoso de resolver problemas y preocupado por la aplicación práctica de sus principios humanitarios. Esta orientación suya justifica la definición de «locuaz y alegre guardia urbano de las letras americanas», que le fue atribuida por el crítico inglés A. Compton Ricket. Junto a la prosa, alternan en este libro epigramas, juegos de palabras y algunas poesías serias, entre las cuales merece recordarse la muy notable del «Nautilo» [«The Chambered Nautilus»], tan célebre por la elegancia de los versos, como por las amonestaciones morales (de gusto rancio y barroco) que recoge. Del mismo modo que el nautilo, saliendo fatigosamente del fondo de su concha se construye nuevas y más espaciosas habitaciones, así nuestra alma debe progresar, edificando continuamente para su morada nuevos templos ideales, cada uno más noble y espacioso que el anterior.
L. Krasnik