[Rappresentazione di anima et di corpo]. Loa del Padre Agostino Manni (o de la poetisa Laura Guidiccioni), música de Emilio De’ Cavalieri (1550-1602). Primera representación en Roma en el oratorio de Santa María della Vallicella en febrero de 1600. Es uno de los primeros ejemplos de oratorio. El argumento se basa en una disputa entre el Alma y el Cuerpo en torno a los placeres que deberían alegrar al Hombre. Intervienen el Tiempo (que recuerda la fugacidad extrema de la vida y la hora fatal, que incesantemente pesa sobre el hombre, de la rendición final de cuentas, ante Dios, el día del Juicio) y el Placer, que se esmera en cazar con sus deleitosas redes al hombre ansioso de goces. Vencen las intenciones sanas y piadosas del Alma que no cede a las incitaciones del Cuerpo y del Placer. La orquesta, colocada detrás de la escena, estaba constituida por una lira doble, un clavicémbalo, un guitarrón y dos flautas. Tal era el esquema sumario de la orquesta que en la ejecución probablemente se modificaba o al menos era acrecentada con redoblamientos, como aparece en el prefacio dictado por Alessandro Guidotti con ocasión de la primera publicación de la obra, ocurrida en Roma en 1600.
El Auto aunque se encuentre en los orígenes del oratorio, tiene muchos elementos de afinidad con la ópera, que precisamente por aquellos años surgía en Florencia en torno a las discusiones de la Camerata de’Bardi. Aunque en conjunto tiene el carácter estático que será típico del oratorio, es un verdadero drama escénico, para representarse en un escenario, con bailes. La música está constituida por una alternación de monólogos, dúos, coros e intermedios instrumentales. A excepción de los coros e intermedios, las partes cantadas son de estilo recitativo; un «recitativo» que se convierte a menudo en «airoso», pero nunca con formaciones melódicas propiamente dichas como serán más tarde las «arias». Estamos en los confines entre la avidez intelectualista del recitativo preconizado por los reformadores florentinos y el despliegue del canto en la expresividad dramática del «arioso». De’ Cavalieri, que vivió en Florencia, estuvo ciertamente al corriente de lo que se discutía en casa Bardi acerca del melodrama y sobre todo en torno al problema de realizar un canto adaptado hasta el máximo a la poesía cantada, que fue más tarde el árido recitativo de Peri y Caccini. Pero es probable que no participase con continuidad en dichas reuniones, por estar ocupado en sus funciones de intendente de las Artes. El Auto del Alma y el Cuerpo ha de considerarse como uno de los más insignes monumentos de la música italiana de fines del siglo XVI.
A. Mantelli