Obra del gran escritor español escrita y publicada en 1925 y subtitulada «Historia de amor». En ella se insiste sobre el motivo del tiempo, la preocupación habitual de nuestro autor. Azorín describe, como acostumbra siempre, minuciosamente, lentamente, con un ritmo de observación casi visual. De esta enumeración de los detalles, de la descripción de lo que a simple vista parece secundario, va surgiendo el ambiente; consigue el autor comunicarnos una auténtica sensación de tiempo y de espacio y transportarnos y mantenernos dentro del clima en que debe desarrollarse la acción.
Pero ésta, como en el caso de la novela que nos ocupa, es a menudo muy leve y queda de tal modo absorbida dentro de la situación y del ambiente que se convierte en casi innecesaria. Así las descripciones, en esta «historia de amor», de Madrid y de Segovia a mediados del pasado siglo, ciudad, esta última, adonde marcha la protagonista, doña Inés de Silva. Allí encuentra ella al poeta. El beso que se dan doña Inés y el poeta resuena por toda la ciudad; se repite en ellos la historia de doña Beatriz — que un día le contaba su tío a doña Inés — la eterna historia de amor que vence al tiempo porque es siempre la misma.
El episodio, por lo tanto, cobra así un carácter de in- temporalidad, y doña Inés y el poeta pasan a ser un símbolo. Ella, ya vieja, adivina que la misma «historia de amor» revivirá en los ahora niños del colegio, de la misma manera que en la ficción de «Las nubes» (cfr. Castilla) Calixto y Melibea ven como se repite el episodio del jardín y del halcón en su hija Alisa. Allí Azorín nos había advertido ya que «Vivir es ver volver. Es ver volver todo en un retorno perdurable, eterno». La tragedia del tiempo que late en las obras de Azorín y la particular manera cómo el autor sabe plantearla y resolverla, les da un carácter de perenne actualidad.
A. Comas